En el Festival de Eurovisión no sólo cuenta la música. La política tiene fuertes resonancias. Una de las claves de la victoria de Letonia fue la solidaridad de las repúblicas bálticas. Se votaron entre sí, lo cual no impidió el flaco resultado de Lituania. A punto de finalizar el recuento fue precisamente Lituania quien rompió el empate entre Letonia y Malta al otorgar la máxima puntuación a Marija Naumova. La estrategia no es nueva. Los países escandinavos tienden históricamente a apoyarse.
Más allá de las razones de vecindad, la alta política ha impregnado esta 47ª edición, celebrada en Tallin (Estonia). Durante la fase de votaciones, el portavoz del jurado israelí aprovechó para lanzar mensajes en favor del Gobierno de Sharon. A su vez, la prensa de ese país acusó ayer al portavoz de la televisión belga de haber animado a su público a no votar a Sarit Hadad, la representante israelí, que concluyó su canción apelando a prender 'juntos una vela'. Según la prensa de Jerusalén, el conductor belga dijo que la canción no estaba mal, 'pero hay que esperar que Israel no triunfe. Éste no es el momento para que Israel acoja el año que viene el Festival de Eurovisión'. Los israelíes se proponen ahora revisar las grabaciones para estudiar su respuesta ante unos comentarios que consideran 'graves'. Hadad recibió 10 puntos de Francia, mientras que España pasó de largo.
El sistema mixto de votaciones (llamadas telefónicas de los espectadores y jurado) reportó a la representante española, la granadina Rosa, el mayor caudal de puntos de Francia, Bélgica y Suiza, países que acogen una gran colonia de españoles. A llenar el granero contribuyeron Alemania, Suecia y Chipre, con siete votos cada uno. También fueron generosos, aunque menos, los británicos, con dos puntos. Durante la transmisión de las votaciones, algunos resultados fueron adelantados con increíble precisión por el comentarista de TVE José Luis Uribarri.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 27 de mayo de 2002