Un estudio del espionaje estadounidense, terminado la semana pasada mientras aumentaba la tensión entre India y Pakistán, advierte de que un intercambio de bombas nucleares a gran escala entre ambos países podría causar la muerte inmediata de 12 millones de personas y heridas a otros 7 millones. Incluso una guerra nuclear limitada -dependiendo de la cantidad de cabezas nucleares- tendría resultados catastróficos, pues desbordaría la capacidad de los hospitales en toda Asia y requeriría de una enorme asistencia internacional, especialmente de EE UU, para combatir la contaminación radiactiva, la hambruna y las enfermedades.
"La crisis humanitaria sería tan grande que todas las instalaciones médicas en Oriente Próximo y el sureste de Asia quedarían desbordadas", dijo una fuente del Departamento de Defensa. "El Ejército de EE UU no tendría más opción que desplazarse allí para ayudar a las víctimas y limpiar la zona".
Los cálculos estadounidenses sobre el número de cabezas nucleares existentes en los arsenales de India y Pakistán, así como su potencia, siguen siendo secretos. Pero funcionarios del Pentágono y de la Casa Blanca, hablando en términos generales, señalaron que Pakistán tiene "un par de docenas" de cabezas nucleares, e India, "varias docenas". Las cabezas nucleares paquistaníes son comparables a la bomba de Hiroshima, con una potencia explosiva ligeramente inferior a 20 kilotones, o 20.000 toneladas de TNT. Pueden arrojarse desde un avión -aunque las defensas aintiaéreas de India son superiores a las de Pakistán- o lanzadas con un misil. La potencia de las cabezas nucleares indias varía de una a otra según estén preparadas para ser lanzadas desde un avión o con un misil, pero se calcula que tienen una carga de unos 10 kilotones. Durante más de 20 años, el Gobierno paquistaní ha utilizado a los radicales islámicos como herramienta de política nacional y de política exterior. Ahora, muchos expertos dudan de que el Gobierno tenga la voluntad o la capacidad de neutralizar lo que se ha convertido en una enorme red de violencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de mayo de 2002