Pensaba que las represalias políticas eran propias de otros tiempos, ingenuo de mí. Pensaba que en una democracia estar afiliado a un partido político era algo bueno y saludable, pobre de mí. Pensaba que si haces un buen examen en una oposición tienes que aprobar, imbécil de mí. Estoy convencido de que es imposible que un miembro del PP, como lo soy yo (bueno, lo era), pueda ser letrado de la Junta de Andalucía, gobernando el PSOE y el PA, por muy bien que te salga el examen. Es evidente que esto no es una democracia. Esto es una partidocracia donde no triunfa el mejor, sino el que es más listo y no se mueve en la foto. Por mi parte se acabaron estos partidos políticos. Me han quitado la ilusión y me han demostrado que no se puede creer en ellos. Gracias PSOE y PA por haberme privado de la posibilidad de poner mi granito de arena para mejorar esta tierra; gracias PP por no haberme defendido y por pensar que sólo se pueden defender unas ideas haciendo el tonto por la calle. ¡Qué grandes cerebros tiene el centro derecha andaluz!
Sólo me quedan tres opciones: volverme comunista y votar a IU, cosa harto complicada; votar en blanco, cosa que haré gustosamente, o hacer algo para que esto cambie. Esto último es lo que afortunadamente ya están haciendo muchas personas honestas de este país, llamado España. Espero que alguien me ayude a seguir propagando las ideas anarcoburguesas, mientras tanto, me voy al campo a descansar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de mayo de 2002