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ITALIA | GRUPO H

Con derecho a aspirar a todo

Una candidatura inequívoca gracias a unos grandes defensas y unos excepcionales delanteros

Una voz recorre el fútbol: Italia es favorita para ganar el Mundial. No supone una novedad. Con tres títulos y un largo protagonismo, siempre tiene el derecho a aparecer entre los grandes aspirantes. Pero esta vez hay razones que obligan a pensar más que nunca en su candidatura. Su hipotético camino hacia la final parece más sencillo que el de Argentina, Francia o Brasil, sometidos a cruces complicados. Otra razón más: dispone de los jugadores perfectos para su estilo. En una manera de entender el fútbol que desprecia el medio campo, excepto como lugar de combate, no hay nada mejor que tener grandes defensas y excepcionales delanteros. Precisamente lo que abunda en la selección que dirige Trapattoni.

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Italia se siente cómoda cuando juega en las dos áreas. En la suya y en la del rival. No le importa sentirse asediada y jugar con todos los defensas a un palmo del portero. Esta circunstancia, dramática para casi todos los demás, es casi una bendición para un equipo que pretende la desesperación de sus adversarios y, por tanto, la desorganización que permita el contragolpe. A la confianza de los italianos en sus defensas se añade la consideración que tienen de sus centrocampistas, estricta mano de obra para sostener a la retaguardia. Sea por amontonamiento o por el instinto defensivo de Maldini, Nesta o Cannavaro, es la selección que menos teme el ataque de sus rivales.

La otra condición necesaria es un grupo de buenos delanteros, condición que se cumple con Totti, Del Piero y Vieri, determinantes y complementarios entre ellos. En un sistema que privilegia el juego defensivo y el pelotazo a sus delanteros, las tres puntas disponen de capacidad para imponerse en el mano a mano con los defensas: Totti, por habilidad; Vieri, por potencia; Del Piero porque mantiene alguno de los recursos que le hicieron famoso antes de su grave lesión. Los tres tienen larga experiencia y una edad perfecta.

Lo que no tiene Italia es juego, en el sentido convencional de la palabra. No lo tiene porque su medio campo es de una mediocridad alarmante. No es una cuestión generacional, el típico agujero que impide la presencia de jugadores de clase. Es mucho peor: se trata del modelo, de una manera de entender el juego que prescinde del medio campo como lugar de creación para convertirlo en tierra quemada. Sólo así se explica la insistencia en jugadores como Gattuso, Zambrotta o el incombustible Di Livio, símbolo último de la vía cascotera. La fórmula ha sido lamentable para Italia. Lejos de caminar hacia ese lado, el fútbol ha castigado a los equipos italianos en los últimos años. Su árido estilo le ha resultado perjudicial frente a aquéllos que funcionan con centrocampistas de clase o ante rivales que hacen un tesoro de la posesión de la pelota. Cuando Italia comienza a perseguir inútilmente el balón en el medio campo, sus problemas terminan por contagiarse a la defensa. A partir de ese momento su estructura se tambalea.

Por esta lacra es muy posible que Italia atraviese sus mayores dificultades en la primera fase. Se podría pensar en un grupo fácil: Croacia, México y Ecuador. Los croatas son viejos y a los mexicanos les falta gol y los ecuatorianos experiencia y contundencia. Sin embargo, son temibles para los italianos porque convierten el balón en su aliado. Si México y Ecuador se adueñan del medio campo y esperan allí los errores defensivos italianos, la sorpresa no es improblable. Y Croacia es tradicionalmente un adversario dañino.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de mayo de 2002