Hace algunas semanas, nuestros ínclitos políticos de la Comunidad de Madrid protagonizaron un patético espectáculo, más propio de un vodevil que de una Cámara que se supone está al servicio de la ciudadanía.
Se enzarzaron porque una máquina de tabaco de la cafetería de dicho centro mostraba un cartel con dos chicas a punto de besarse. Se organizaron dos bandos: prolésbicos y antilésbicos.
La historia terminó en verbena. Los grupos gay y lésbicos hicieron una besada, y el cartel, que había sido retirado, volvió a su puesto y todos tan contentos.
Ante tanta incoherencia y majadería, me planteo si no habría sido más lógico que se hubieran unido para quitar la dichosa máquina, sabiendo que el tabaco causa cáncer al que lo consume e incluso al fumador pasivo que lo sufre, y que legislen de una vez para controlar este abuso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de mayo de 2002