El 23 de mayo, al llegar en mi lectura de EL PAÍS a la página 8 de la sección Madrid, sentí un mazazo: una criminal esquela informaba de la muerte de Gregoria Núñez Esteban, profesora titular de Filología Griega de la Universidad Complutense, fallecida en Madrid el día anterior. Al dolor que sentí por la muerte de esta extraordinaria filóloga -y, en consecuencia, gran experta en onomástica griega- se sumó la más profunda extrañeza por su nombre. Como, por otra parte, era comprensible, la esquela del claustro de profesores, alumnos y personal de administración y de servicios de la Facultad de Filología llamaba oficialmente Gregoria a quien yo, allá por diciembre de 1966, conocí en Atenas como Goyita, su nombre familiar, y con el que, por cierto, ella firmó siempre sus publicaciones. Por ejemplo, su excelente artículo Visión panorámica de Kavafis, que incluye la traducción de siete poemas y el texto original, publicado en la revista Estudios Clásicos en 1968, ya está firmado por Goyita Núñez Esteban, o sea, con su nombre familiar y, como es costumbre entre los filólogos, con sus dos apellidos.
En la mesetaria Universidad Complutense, que, ay, durante siglos nunca supo muy bien hacia qué punto cardinal quedaba el Mediterráneo, la filóloga clásica Goyita Núñez tuvo la lucidez de irse a vivir a Atenas, convirtiéndose así en la pionera de los estudios de griego moderno en la entonces región de Castilla la Nueva, que también englobaba a otras aproximadamente 45 provincias más. Y hay que aclarar que fue pionera en Castilla de su descubrimiento del Meditérraneo porque en Cataluña sí sabían dónde quedaba este mar y, en consecuencia, siempre estuvieron mucho más cerca de la Grecia moderna.
Goyita Núñez leía, escribía y hablaba maravillosamente el griego moderno. Entre sus muchas aportaciones, por su gran nivel filológico y por su pragmatismo didáctico, hay que destacar estas dos obras: su traducción y adaptación del francés de un método de griego moderno, publicado con dos casetes por Ediciones Clásicas, y que firmó junto con S. Stanitsas, y su prodigiosa traducción de la Historia de la literatura griega moderna (Cátedra), de Linos Politis. Como escribió el mexicano José Gorostiza en su poema Dibujos sobre un puerto: 'A veces me dan ganas de llorar, / pero las suple el mar'. Con permiso de los mexicanos, ¿no es la muerte mucho más mexicana que griega?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de mayo de 2002