El pasado mes fue bautizado en La Habana como mayo teatral, y entre la cantidad de obras que han subido a las tablas estas semanas en la capital de Cuba destaca especialmente la adaptación de El cartero, de Neruda, de la compañía Hubert de Blanck. Este Cartero, dirigido por Orietta Medina, transporta de forma impecable la magia de Isla Negra y de sus espíritus a esta otra isla que Neruda visitó y donde tan bien es conocida su poesía. Lo nota el público, y también que, a pesar de la escasez de recursos, no hay en esta puesta concesiones a lo comercial, como en otras vistas recientemente. Orietta Medina hace brujería para suplir con imaginación los imponderables y dotar a los personajes de una energía conmovedora; la profunda experiencia del poeta (René de la Cruz, hijo) y la ingenuidad del joven cartero (Luis Mario Alonso) se van entretejiendo a lo largo de la obra, que crece y crece hasta acabar redonda. Todo el elenco responde, pero especialmente Don Cosme (José Ramón Vigo) y Doña Rosa (Miriam Learra) imprimen carácter, y se agradece. Antonio Skármeta puede estar satisfecho: un grupo de profesionales de reconocido prestigio ha logrado, de nuevo, atrapar los matices y el ambiente fascinante de su novela para rendir -en esta ocasión- a una multitud de cubanos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de junio de 2002