Manuel Fraga dejó ayer puestos en pie y aplaudiendo con entusiasmo al centenar de rusos que, durante dos horas y media, le escucharon disertar sobre la democracia, su relación con Cuba y la posibilidad de desarrollar el turismo en el país más extenso. La cita entre un profesional de la política con más de medio siglo de tablas y unos jóvenes en el inicio de sus carreras como diputados, funcionarios o miembros de administraciones provinciales fue en Golitsyno, una localidad cercana a la capital rusa, donde la Escuela de Estudios Políticos de Moscú celebra su seminario de primavera.
Don Manuel había viajado a Golitsyno desde Galicia, invitado por la directora de la escuela, Lena Nemiróvskaya. Su auditorio había hecho lo propio desde diversos y remotos confines del Estado, desde Kamchatka, en el Pacífico, a Rostov, en el norte del Cáucaso, pasando por la república de Yakutia (Siberia). Fraga, que también dio ayer una conferencia en el Instituto Cervantes de Moscú, iba acompañado de su sobrino, el embajador de España en la Federación Rusa, José María Robles Fraga, y el padre de éste, Carlos Robles Piquer.
Entre citas de los clásicos griegos y chistes españoles, Fraga ilustró a un joven de Novosibirsk sobre su visión del futuro de Cuba. 'El régimen de Fidel Castro es algo que está muy vinculado a su persona y posiblemente cuando él desaparezca no va a durar mucho tiempo', dijo. 'Él es un poquito más joven que yo, pero en fin..., ha vivido en el trópico', dijo Fraga refiriéndose a Fidel.
El presidente de la Xunta manifestó que EE UU, por su condición de 'imperio de hoy', tienen una 'gran responsabilidad' por el futuro de Cuba. Se puede llegar a una buena solución si Washington actúa con 'prudencia, discreción y objetividad'. Fraga aseguró que nunca volvería a aceptar el cargo de ministro de Turismo, que desempeñó durante siete años, 'a no ser que fuera el de Cuba', porque eso 'es el paraíso'. Don Manuel vino a comparar el papel del turismo en el desarrollo de España con el del petróleo en el desarrollo de Rusia. Animándose con el tema, recomendó a los rusos que 'harían muy bien' desarrollando ellos también su sector turístico e incluso ofreció 'modestamente' ayuda en forma de becas en la Escuela de Turismo de Galicia. La diversidad de Rusia permite incluso emplear el lema Rusia es diferente, en tanto que variante eslava del lema que presidió el desarrollo del turismo en España.
Los rusos, que ahora oyen hablar de fórmulas como 'la democracia dirigida', no encontraron en Fraga un aliado para la democracia descafeinada con diversos adjetivos que le ofrece el Kremlin. La 'democracia orgánica' en España fue 'un sistema para hacer la democracia lo menos posible. Lo que se buscaba era un sistema autoritario', dijo. 'Aquello funcionó muy poco; no hay más democracia que la basada en el voto universal y no hay dos democracias iguales', agregó para que no quedara ninguna duda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de junio de 2002