El pasado 17 de mayo, durante el viaje del AVE número A 9621 procedente de Sevilla y a los pocos minutos de dejar atrás Ciudad Real, los pasajeros fuimos testigos de un espectáculo extraño y me imagino que potencialmente peligroso.
Estaba el AVE atravesando esa zona llana y muy despoblada, cuando apareció un avión turbohélice bimotor, aparentemente del Ejército del Aire, e hizo diferentes maniobras, encima y a ambos lados del tren en marcha, en muchas ocasiones a una distancia inferior a 100 metros. Durante dichas maniobras cruzó aproximadamente seis veces por encima del tren en vuelo casi rasante y estuvo durante un cierto tiempo justo encima, igualando su velocidad a la del ferrocarril. Una de las piruetas consistió aparentemente en abortar un aterrizaje a uno de los lados del tren en marcha. Así, cuando el avión se encontraba a muy pocos metros del suelo, tomó altura súbitamente y volvió a sobrevolar el ferrocarril. Todo este espectáculo duró aproximadamente unos 6-10 minutos.
Los viajeros vimos estas piruetas con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Era evidente que en aquella zona había espacio suficiente para realizar ese tipo de maniobras (que parecían prácticas de vuelo) en muchos otros lugares. Hacerlo a una distancia tan reducida de un ferrocarril lanzado a 250 kilómetros por hora con 200 personas a bordo me parece, como mínimo, una imprudencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de junio de 2002