Los medios informan de que los movimientos antiglobalización acamparán en el bien cuidado parque de El Alamillo de Sevilla.
En nuestra opinión, los parques están diseñados y concebidos para pasear sosegadamente, para disfrutar de la lectura en contacto con la naturaleza y, tal vez, para oír el canto de algunas aves, en definitiva, para aislarnos del estrés y del ritmo de la sociedad de consumo.
Estamos de acuerdo con la doctrina pacifista y con que la solidaridad sea globalizada, pero nos parece que un parque no es el lugar idóneo para albergar a una multitud de jóvenes campistas. Porque si extrapolamos los acontecimientos, la experiencia nos demuestra que los hay que no siempre se comportan cívicamente, y tememos que los árboles y arbustos del parque de El Alamillo queden deteriorados para siempre por la presencia de los antiglobalización. Sugerimos la siguiente reflexión: un árbol se destruye en un momento, pero tarda muchos años en crecer y dar sombra.
Se da por hecho que se habilitarán y movilizarán toda clase de servicios, lo más sensato sería ubicar a tanto personal en otras zonas, por ejemplo, el Charco la Pava o detrás del Estadio Olímpico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de junio de 2002