¿Han pensado la señora ministra de Educación y el Gobierno que la ampara que esos mismos obispos vascos a los que critica son los mismos que nombran a los profesores de Religión, a los que la señora ministra y el Gobierno pagan (con los impuestos de todos nosotros) para que impartan la asignatura de Religión?
¿Son tan ingenuos la señora ministra y el Gobierno como para pensar que esos profesores no serán portavoces de quien los nombra ante sus alumnos?
¿Creen la señora ministra y el Gobierno que el poder que entregan a la Iglesia no lo usa ésta en su propio interés y no en el de la nación, y ni siquiera en el del Gobierno?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de junio de 2002