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OPINIÓN DEL LECTOR

Quietos y callados

La Pobla de Vallbona

Muchas veces me pregunto por qué en un estado social y democrático de derecho, en nuestra España, se reconoce y protege el derecho a expresar y difundir líbremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante las palabras, el escrito o cualquier otro medio de reproducción no pudiendo restringir mediante ningún tipo de censura, ni ser coaccionado ni obligado a la fuerza por los demás.

Porque es triste y vergonzoso el linchamiento de la iglesia por parte de lo políticos. Crítica injusta y desproporcionada, crítica descalificadora que daña gravemente a la iglesia.

Señores míos, cuando más de 300 clérigos avalan una carta pastoral piensas que por algo será; son personas con unos estudios y una inteligencia que a muchos nos falta.

Pienso que, de acuerdo o no, les asiste toda la razón del mundo, el derecho y la libertad, de opinar sobre lo que quieran y en el sentido que consideren conveniente. Sin embargo, hay gente que no entiende que escribir o pensar sin un amo que te dicte es imposible. Si no lo haces, ya sabes: a muerte contra tu rebeldía, contra tu libertad.

¡En la iglesia hay cosas que creemos saber muy bien y en realidad las conocemos muy superficialmente!.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de junio de 2002