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COLUMNA

Ismos

Volvemos a encontrar a Ramón. La verdad es que lo 'tratamos' mucho, por ejemplo, en la presentación de cada uno de los 21 volúmenes en papel biblia de que va a constar la reedición de su obra completa, preparada por Johanna Zlotescu. Y es que no ha habido un madrileño, desde que entró en la villa Alfonso VI, tan divertido y con tanto ingenio. Tampoco hubo en España en aquellos años quien comprendiera mejor que él los 'misterios' del arte moderno que tenía entonces sus estudios en París.

Ahora, el Centro Reina Sofía, dirigido por Juan Manuel Bonet, ha organizado una portentosa exposición que hace revivir la época, la obra y la vida de Ramón Gómez de la Serna. (No hace falta decir el apellido para saber que se habla de él). La muestra está organizada en torno al libro Ismos, que publicó en 1931.

Ramón escribe allí de dadaísmo, surrealismo, futurismo, pero, además, inventa tendencias individuales como picassismo, legerismo, riverismo, apollinairismo, cocteauismo y otros 'ismos de autor'. La exposición ofrece numerosos cuadros de Picasso, F. Lèger, Rivera, que retrató a Ramón, o bien libros de Apollinaire, de Cocteau y de otros.

Es deliciosa la reproducción que se ha hecho de su despacho en Buenos Aires. Allí vivió muchos años, aunque volvió a España en 1949 para dar unas conferencias en Madrid y en Barcelona. A la segunda de ellas asistí yo y he de decir que nunca lo he pasado tan bien en una conferencia como en la que él dio sobre Mi tía Carolina (Coronado), la escritora que criticaba la literatura del sobrino como 'crepitante y dinamitante'.

La exposición tiene un Apéndice circense, con cuadros y carteles. Ramón decía que su principal título era el de Cronista oficial del circo. En la inauguración de la exposición hubo música circense y el actor Lluís Pasqual se subió a un trapecio para imitar una conferencia que dio Ramón en el circo. En París, una vez, dio otra sobre un elefante. Pero no hubo paquidermos en el Reina Sofía, ni siquiera para recordar a Ramón, un autor que, vanguardista a comienzos del siglo XX, lo sigue siendo ahora.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de junio de 2002