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Reportaje:

Las paradojas de la ley electoral francesa

El sistema permite la victoria de candidatos 'indisciplinados' y el castigo a políticos establecidos

La ley electoral francesa, favorable a la creación de mayorías sólidas, no impide, sin embargo, que el enraizamiento de un diputado pueda llevar la contraria a las tendencias generales, es decir, que los porcentajes -33% para la mayoría presidencial, 24% para los socialistas, 4,5% para los comunistas, etc- no bastan para explicarlo todo, de la misma manera que hay otras tendencias que se dibujan en algunas circunscripciones-test. Por ejemplo, en París, la joven Françoise de Panafieu, que se presentaba al margen de la UMP de Chirac y en contra del candidato avalado por éste, el veterano Bernard Pons, gana con el 41% de los sufragios frente a 22%. La renovación le puede a la continuidad.

Significativo es también que en el Norte de París el ex-juez Eric Halphen, el hombre que quiso interrogar al presidente de la República y que se presentaba bajo la etiqueta del Polo Republicano de Jean Pierre Chèvenement -1,5% en toda Francia-, ha quedado eliminado porque no ha superado el 10% de los votos. En cambio, tres personajes turbios -el ex alcalde de París Jean Tiberi, que manipuló el censo electoral; el antiguo diputado Jean François Mancel, condenado por apropiarse del dinero de los contribuyentes; y el antiguo ministro Jean Pierre Soisson, implicado en un caso de ocultación de pruebas que servían para resolver la violación y asesinato de varias minusválidas- aparecen bien colocados para ser reelegidos. ¿La moralidad ha dejado de ser un valor en política?

Una respuesta puede venir de Louhans. Ahí, Arnaud Montebourg, el abogado socialista partidario de la VI República y de llevar a Chirac ante la Alta Corte de Justicia, supera de diez puntos a François Szpiner, el abogado que ha dirigido desde la sombra la defensa del propio Chirac ante el acoso de la Justicia. ¿Los electores han querido premiar al paladín de la reintroducción de la moralidad?.

Para François Bayrou, que ha encabezado la rebelión entre las filas de la derecha y su negativa a dejarse enrolar dentro de una maquinaria al exclusivo servicio del presidente, el éxito es personal e intransferible: él, en su circunscripción, logra el 41,7%, seguido de lejos -31,4%- por un socialista y dejando fuera de la carrera a Jean Saint-Josse, líder de Caza, Pesca, Naturaleza y Tradición. Prima a la independencia. Un correligionario de Bayrou, el célebre general Philippe Morillon -ex jefe de las fuerzas de la ONU en Bosnia-, se ha visto eliminado de entrada -11%- en Versalles por la antigua consejera personal de Chirac, la enarca Valérie Pécresse. Prima a la obediencia.

A Bruno Mégret, el hombre que quiso suplantar a Jean Marie Le Pen y renovar la extrema derecha francesa, se le apaga lo que le quedaba de buena estrella. En Vitrolles, en el Sur, su 18% de los votos no le ha bastado para mantenerse en la segunda vuelta, cuya victoria parece al alcance de un socialista. En Toulon, en cambio, es la socialista Odette Casanova la perjudicada por la crisis de la extrema derecha pues al no haber una segunda vuelta en clave de triangular -el FN queda eliminado a pesar del 20%- es difícil pensar que pueda recuperar los 15 puntos de retraso frente a la derecha democrática.

Martine Aubry, todopoderosa ministra socialista, no supera en Lille el 31% mientras el primer secretario del partido, François Hollande, necesita del voto del muy minoritario electorado comunista para vencer en la segunda vuelta, conservar su acta de diputado y, quizás, su puesto en el partido.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de junio de 2002