Las máquinas excavadoras están ya aplanando las 34 hectáreas de terreno sobre las que debe construirse la sede definitiva del JHQSW, el Mando Subregional Conjunto Suroeste de la OTAN, a unos 800 metros de sus instalaciones provisionales, que fueron inauguradas el 30 de septiembre de 1999 por el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el entonces secretario general de la Alianza, Javier Solana, quien se despidió del cargo con ese acto. Pero el futuro del cuartel general de la OTAN en Retamares (Madrid) está en el alero, y España pugna por evitar su eliminación.
Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos han llevado a la OTAN a abordar una revisión completa de su doctrina militar y de su estructura de mandos y fuerzas, cuyas directrices políticas deben aprobarse en la cumbre de noviembre en Praga (República Checa). El argumento es que la OTAN debe adaptarse a la nueva guerra contra el terrorismo, para lo que requiere de medios flexibles, capaces de proyectar y sostener fuerzas en cualquier lugar del mundo donde surja la amenaza. Las limitaciones presupuestarias impedirían, según este planteamiento, seguir con los planes en marcha y asumir nuevos retos, incluida la ampliación al Este con el ingreso de hasta siete nuevos miembros.
EE UU ya ha dado una clara señal de sus intenciones al dejar vacante la jefatura de uno de los dos mandos estratégicos de la OTAN, el del Atlántico, en Norfolk (Virginia), que parece tener los días contados. Seguramente con el aval de Washington, el Reino Unido aboga por recortar drásticamente la lista de cuarteles generales, empezando por los mandos subregionales como el de Madrid.
Para España sería un revés notable. La creación del cuartel general de Retamares fue la principal contrapartida de su entrada en la estructura militar de la OTAN. Aunque aún no lleva tres años en funcionamiento -en la antigua Unidad de Sanidad del Ejército, remodelada con una inversión de más de 2.000 millones de pesetas-, ya ha cubierto el 90% de su plantilla, formada por unas 340 personas, el 50% españoles.
Su declaración de operatividad final no estaba prevista hasta abril del año que viene, pero en la práctica la ha alcanzado este mes, al dirigir con éxito el componente terrestre del ejercicio Dynamic Mix 02, el más importante realizado por la OTAN en el sur de Europa desde el año 2000. Han participado más de 16.000 militares; incluidos 4.000 marines de la Brigada Expedicionaria, trasladados en un puente aéreo desde Carolina del Norte (EE UU), y una compañía húngara, que atravesó media Europa en tren.
Por vez primera, España ha sido escenario de un ejercicio basado en el artículo 5 del Tratado de Washington -defensa mutua frente a una agresión exterior- y se ha puesto en práctica un plan operativo del Ejército para reforzar Canarias mediante el envío en aviones Hércules de un batallón de la Brigada Paracaidista. Nada de ello habría sido posible, según fuentes militares, sin la existencia del cuartel de Retamares.
La próxima certificación de la base de Bétera (Valencia) como Cuartel de Alta Disponibilidad de la OTAN, capaz de proyectarse y dirigir un cuerpo de Ejército en una zona de conflicto, no resta valor a Retamares, según las mismas fuentes. Al contrario que este último, Bétera formará parte de la estructura de fuerzas, no de mandos; será sólo terrestre y no conjunto (de los tres ejércitos); y será pagado exclusivamente por España, no por la OTAN.
Retamares se ha convertido en el principal escaparate de la OTAN en España y en la mejor plataforma de España en el seno de la OTAN; así como en un balcón avanzado sobre el Magreb, a cuyos militares acoge regularmente en seminarios. Su jefe, el teniente general Juan Narro, es el único español al frente de un mando aliado.
Fuentes de Defensa sostienen que de sobrar algún cuartel no será precisamente en el flanco sur, escenario probable de futuras crisis. Admiten, sin embargo, que será muy difícil salvar Retamares si EE UU presiona para suprimir todos los mandos de su mismo nivel.
Mientras, las obras del nuevo cuartel avanzan a buen ritmo, incluso más rápido de lo previsto. Antes de final de año se adjudicará el proyecto que, con un coste total de 57 millones de euros (casi 9.500 millones de pesetas), debe estar acabado en mayo de 2005.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de junio de 2002