El Centro Cultural Conde Duque se ha convertido en un rincón en el que se cuida con amor y sin mayores alharacas la música y en especial la música y los músicos españoles de ayer y de ahora mismo. Es lástima que la sobrecarga de otro tipo de conciertos de mayor repercusión social nos impida frecuentar el 'día a día' del Conde Duque. A sala llena, el Centro y la Fundación Guerrero presentaron al pianista onubense Javier Perianes, poco más que veinteañero, especialmente dotado y con una formación muy seria iniciada en su tierra junto a la profesora Julia Hierro y perfilada en su trabajo actual en las aulas complutenses de Josep Colom, uno de los grandes.
La técnica de Perianes es preciosa y exacta y su pensamiento musical -empezando por el meramente sonoro- revela nobleza, sensibilidad e imaginación. Lo ha demostrado, una vez más, en su versión exaltadora de Blasco de Nevra (Sonata en si bemol) o en la pura y honda transmisión de Mozart (Fantasía K. 397). Perianes, intérprete que rehúye, por naturaleza, cualquier exceso retórico, se enfrenta con todos los estilos; tras Mozart y a través del hermosísimo 'puente' de la Barcarola chopiniana, iluminó los claros misterios del piano de Debussy en algunos de sus 'preludios': una revolución que modificó la poética del instrumento de Liszt, Chopin y Schumann. En Debussy es preciso soñar y pintar, hacer versos y sugerir formas para conciliar la lejanía de El viento de la llanura, el humor quebrado de la Serenata interrumpida, con los ecos españoles que comentara Falla, o el extremado, y, a la vez, intenso lirismo de La muchacha de los cabellos como el lino. Antes del Albéniz de Iberia -esa cumbre inmensa- Perianes reposó en el salón romanticista de los Valses poéticos de Granados. Y para terminar, El Albaicín, encanto y entusiasmo de Debussy o Messiaen, el Polo -doble homenaje a Bizet y a Manuel García- y la genialísima Fantasía bética en la que lo 'jondo' se transfigura y la herencia romana se evidencia.
Ciclos en Conde Duque
Javier Perianes, pianista. Obras de Blasco de Nebra, Mozart, Chopín, Debussy, Granados, Falla y Albéniz. Auditorio de Conde Duque. Madrid, 10 de junio.
Pocas veces puede escucharse a un pianista que en plena juventud nos diga tanto de su arte maduro como en el caso de Perianes, largamente galardonado con grandes premios como el de la Fundación Guerrero. Estamos ya ante un pianista extraordinario que pisa el futuro más esplendoroso de la mano magistral y afectiva de Colom. Largos aplausos hicieron imprescindible una 'propina' que fue la Canción de quien Gerardo Diego denominaba Premanuel de Antefalla: el joven gaditano del círculo de Viniegra y las veladas del Parque Genovés en el Cádiz de 1900.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 12 de junio de 2002