El Tau se adelantó a Unicaja en el primer partido de la final en el que la primera de las grandes batallas tácticas se libró debajo de la zona. Maljkovic e Ivanovic, maestro y discípulo, situaron para el salto inicial a sus piezas más rocosas (Kornegay y Wies contra Oberto y Tomasevic). El recurso del interior quedó impuesto por el esfuerzo defensivo de ambos equipos que casi sólo invitaba a que los más fuertes se batieran en la pintura en cuerpo a cuerpo.
El binomio de pívots del Tau se complementó con sutileza y fuerza, según exigiera la ocasión, para imponerse a sus oponentes. El punto débil de Unicaja estaba descubierto y la diferencia creció por el camino ya despejado. Por ahí llegaron las aportaciones de Scola o Nocioni, todos bien organizados por Bennett.
UNICAJA 73| TAU 80
Unicaja: Cabezas, B. Rodríguez, Gurovic (16), Kornegay (11), Weis (9); Sonko (15), Abrams (10), Paco Vázquez (6) y Bullock (6). Tau: Bennett (11), Foirest (12), Nocioni (9), Tomasevic (17), Oberto (9); Scola (15), Vidal, Sconochini (7) y Charisis. Árbitros: Maza, Arteaga y García. Primer partido de la final. Unos 8.500 espectadores en el pabellón Martín Carpena de Málaga.
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El primer descanso de Bennett, sin Corchiani para suplirlo, coincidió con una reacción de Unicaja de la mano de los triples de Gurovic y Vázquez, que desempolvaron la estadística de la lejanía. Luego se sumó Sonko.
El perímetro le dio la vez a Unicaja para no perder el hilo de un partido en el que había entrado tarde y sin encontrar un hueco en la fortaleza vitoriana. Maljkovic lo intentó sin éxito con todos los recursos a su alcance.
La ventaja del Tau no fue demoledora por la falta de complemento del tiro exterior. Y Foirest desalojó el bosque que parecía desviar todos los intentos por conseguir la canasta más rentable. Pero el juego torno de nuevo a la zona para la que está diseñado este equipo: la pintura.
La coherencia del Tau fue contrarrestada con el tesón, la única salida de un Unicaja sin lucidez. Pero el empuje y la presión del público no pudieron con un Tau que no añoró a Corchiani.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de junio de 2002