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LA HUELGA GENERAL DEL 20-J

El Ejecutivo teme que su estrategia sea equivocada

"Desde luego, lo que está claro es que hace un mes no existía este ambiente y todos pensábamos que la huelga iba a ser un fracaso. Ahora sólo está en duda si se convertirá en un gran éxito para los sindicatos, pero ya sabemos que no será un fracaso". Esta reflexión no pertenece a un dirigente del PSOE. La pronunció ayer un ministro y fue complementada más tarde en términos similares por otro miembro del Gabinete y por responsables de la dirección nacional del PP.

El Gobierno y el PP admiten el error de haber calentado el clima social con duras réplicas, especialmente de José María Aznar, contra la convocatoria del paro. Aunque también se constata que no podía actuarse de otra forma.

Uno de los ministros más incondicionales de Aznar concluye con cierto pesar que el Ejecutivo ha cometido al enfrentarse a esta convocatoria de huelga los mismos errores que tan caros pagó Felipe González en su mandato. Miembros del Gobierno actual han tenido la oportunidad, en los últimos días, de intercambiar este criterio incluso con ex ministros socialistas. Y unos y otros corroboran que en ambos casos los que más hicieron a favor del éxito del paro fueron González y ahora Aznar, con sus implacables intervenciones, similares incluso en la terminología.

Cambio de mensaje

En el Gabinete y el PP no hace muchas semanas que se atrevían a asegurar que la huelga iba a resultar un fracaso para los convocantes. Ése no es ahora el mensaje. Aznar ha enfatizado en estos días el daño a España, al Gobierno y al PSOE que puede provocar este paro, particularmente por celebrarse la víspera de la cumbre de clausura de la presidencia española de la UE. Fuentes del Ejecutivo y de la cúpula del PP, sin embargo, aceptan que Aznar y su equipo no han sido capaces de rebajar la tensión, sino todo lo contrario.

"Es verdad, en cualquier caso, que la situación no tenía una salida fácil, porque los sindicatos y el PSOE han hecho acusaciones muy duras y el Gobierno se ha visto acorralado. Si no respondía podía dar la sensación de que se estaba amedrentado, y si replicaba subía un peldaño más el clima de hostilidad", corroboró un ministro.

"La huelga ya no será un fracaso, y es más que probable que sea un éxito, pero tampoco teníamos muchas más opciones. En cualquier caso, aunque tenga un respaldo masivo, tampoco va a pasar nada grave el 21 de junio, porque sacaremos la reforma aunque sea sólo con nuestros votos y con el tiempo se demostrará que ni los trabajadores fijos discontinuos ni los mayores ni las mujeres ni los beneficiarios del subsidio rural van a perder nada", argumentó uno de los máximos dirigentes del PP.

El secretario general, Javier Arenas, en esa línea, equiparó las acusaciones de regresiones sociales a la imputación "falsa" que se le hizo al Gobierno cuando llegó en 1996 de que iba a acabar con las pensiones. Pero por si acaso, el PP ha ordenado a sus dirigentes que no ataquen más a los sindicatos. El objetivo se ha personalizado en José Luis Rodríguez Zapatero.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de junio de 2002