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Editorial:

Oscuro porvenir

La evolución de los precios lleva camino de convertirse en factor de inestabilidad muy peligroso. El IPC correspondiente a mayo aumentó el 0,4%, la tasa anual de inflación se mantiene en el 3,6% y la subyacente, que mide la inflación estructural de la economía española, subió dos décimas, hasta situarse en el 4,1%. El panorama no puede ser más sombrío. Para empezar, aleja casi de forma definitiva el objetivo gubernamental del 2%, y la mayoría de las previsiones apunta a que en el ejercicio 2002 la inflación española no será inferior al 4%. Tendrá graves consecuencias para el erario público en noviembre, con el ajuste del crecimiento de las pensiones y las tensiones salariales que cabe esperar después de la mala jugada del Gobierno en el caso de la reforma laboral.

El efecto más grave es el impacto de esta inflación elevada y persistente sobre la competitividad de los productos españoles, indicios que comienzan a apreciarse en el saldo comercial exterior. Como además los miopes criterios presupuestarios de déficit cero a ultranza reducen la inversión productiva, el modelo de crecimiento de la economía española se revela obsoleto. Se sostiene sobre el consumo y la inversión en construcción, al tiempo que sufre los males de la aportación negativa del sector exterior. Son pésimos fundamentos para el crecimiento.

Desde que el Banco Central Europeo asumió la política monetaria de los países de la UEM, el Gobierno ha carecido de una política antiinflacionista eficaz, que debería haberse cuidado con motivo de la introducción del euro. Ni los supuestos ajustes presupuestarios -conseguidos en gran parte gracias a la contabilidad creativa- han tenido efecto sobre los costes de la economía ni las seudoliberalizaciones de los mercados estratégicos han bajado los precios para el consumidor. Ahora da la impresión también de que se ha desentendido de sus responsabilidades sobre política económica. ¿Qué autoridad de competencia controla las escandalosas subidas de precios que se están produciendo en los canales de comercialización de algunos productos agrícolas básicos? Como para echarse a temblar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de junio de 2002