El Ejército israelí invadió anoche la ciudad cisjordana de Yenín, instantes después de que el gabinete de Seguridad de Israel, presidido por el primer ministro Ariel Sharon, decidiese responder con la fuerza al atentado cometido por la mañana en Jerusalén. Fuentes palestinas señalaron que al menos cinco tanques y una excavadora israelí entraron en Yenín al caer la tarde. Según los mismos testigos, las tropas israelíes penetraron en el campo de refugiados de ciudad, parcialmente destruido por el Ejército hace dos meses.
La intervención desencadenó la respuesta inmediata de los milicianos palestinos de Yenín, que dispararon sobre los soldados israelíes. Las fuentes señalaron que helicópteros del Ejército israelí disparaban contra las posiciones palestinas, mientras se escuchaba el vuelo de aviones de combate F-16 sobre la ciudad. Los testigos añadieron que más vehículos militares se dirigían hacia la localidad a primera hora de hoy.
Para responder al atentado de Jerusalén, el gabinete de Seguridad israelí decidió emprender una serie de acciones militares en territorios bajo exclusivo control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Cisjordania. Las operaciones, según la radio israelí, superarán en importancia a las efectuadas en las últimas semanas y tendrán como objetivo apresar a sospechosos de participar en actividades terroristas y evitar que potenciales suicidas se infiltren en Israel. El gabinete de seguridad decidió no expulsar al presidente de la ANP, Yasir Arafat, de los territorios palestinos, pero el Gobierno no descarta la posibilidad de expulsar a varios miembros de su Ejecutivo.
Derrota de los moderados
La indignación de Sharon ayer no tenía límites. Llegó al punto de manifestar en voz alta que "sería interesante saber de que género de Estado palestino hablan", descalificando de esta manera de antemano el discurso que el presidente de EE UU, George W. Bush, pronunciará esta semana para respaldar la creación de un Estado de Palestina "interino". Los sectores más reflexivos del gabinete, que ayer pedían un compás de espera, fracasaron ante las exigencias de los más radicales.
Sin esperar el desenlace del debate gubernamental, el ministro de Defensa, Benjamín Ben Eleizer, lanzó un mensaje a la comunidad internacional en la que la alertó sobre "la política de violencia de Yasir Arafat, que amenaza con desestabilizar la región", y pidió como contrapartida "una movilización contundente del mundo árabe contra la política de terrorismo y violencia" del presidente palestino. El mensaje del responsable militar y a su vez máximo líder del Partido Laborista estaba destinado especialmente a dos dirigentes vecinos: el presidente egipcio, Hosni Mubarak, y el rey Abdalá II de Jordania.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de junio de 2002