"¿Nuestros ánimos? De espera; estamos todos a la espera", dice a EL PAÍS Viacheslav Martiánov, jefe de la Expedición Antártica Rusa a bordo del buque alemán Magdalena Oldendorff, atrapado desde el pasado 30 de mayo por los hielos que rodean el sexto continente. Pese a la crítica situación, Martiánov es optimista y confía en que el próximo miércoles el barco surafricano Agulhas llegue a rescatarlos. A bordo del navío preso hay 107 personas, de las que 74 son investigadores.
"Tenemos suficiente comida, aunque racionada", afirma el jefe de la expedición
"Tenemos suficiente comida, aunque racionada. Pero basta para las necesidades físicas de una persona. Claro, hay muchas cosas que nos faltan. No tenemos azúcar, se nos acabó la matequilla, pero, en fin, se puede vivir sin ellas. Más difícil para algunos es la falta de cigarrillos", cuenta, riendo, Martiánov.
Cuando, medio en broma, se le pregunta si tienen vodka para entrar en calor, responde serio: "No, no, en el barco tenemos la ley seca". Las condiciones climáticas "son las normales: temporal de nieve, fuertes vientos y 17 grados bajo cero en estos momentos". La conversación, a través de satélite, transcurría sobre las las cuatro de la tarde de ayer (hora peninsular española). Pero para los embarcados no hay mañana ni tarde, sino una permanente noche. "La noche polar comenzó hace bastante, cosa de un mes, pero durante unas tres horas hay una luz crepuscular. Llevamos el horario de Greenwich, pero cada cual se lo monta a su aire y duerme cuando quiere. En esta espera que se hace eterna algunos están nerviosos y les cuesta conciliar el sueño; otros, al contrario, duermen más de lo normal" relata Martiánov.
Mientras, el barco surafricano Agulhas, que zarpó el pasado domingo de Ciudad del Cabo para rescatar al Magdalena Oldendorff, avanza a una velocidad menor de la prevista por el temporal. Está previsto que alcance la zona de hielo el día 26, más tarde de lo previsto. Entonces aún le separarán 800 kilómetros de agua helada del buque preso. La firma surafricana Antartic Logistic Center Internacional (Alci) garantiza que su barco llegará al paralelo 66, lo que es insuficiente para que los helicópteros que lleva a bordo alcancen el Magdalena Oldendorff, varado a 69 grados de latitud sur.
Vladímir Kuchin, vicejefe de la expedición rusa, con sede en el Instituto del Ártico y la Antártica de San Peterburgo, explicó ayer a este periódico que Alci espera las estimaciones de los expertos y los pronósticos del hielo para decidir si podrá ir más al sur del paralelo 66. Allí la el mar tiene una capa helada de 30 centímetros, lo que permitiría que el Agulhas avanzase hasta el paralelo 68. "De allí los helicópteros podrán alcanzar tranquilamente el Magdalena Oldendorff"..
A bordo del Agulhas viajan dos helicópteros, que tendrán que llevar comida, los codiciados cigarrillos y algunos equipos al barco atrapado. En su viaje de vuelta, podrían avacuar a los científicos. Cada aeronave puede trasladar entre 12 y 15 personas. De ser así, se necesitarían unos tres viajes para trasladar al Agulhas a los 74 miembros de la expedición antártica rusa. De las 107 personas a bordo del Magdalena Oldendorff, 28 son tripulantes y cinco, tripulantes de helicópteros.
El buque alemán fletado por los rusos tenía la misión de ir a dejar personal de reemplazo a las bases antárticas rusas Mirni y Novolázerevskaya. Rusia posee cuatro bases con 90 hombres. En la zona de Novolázerevska quedó bloqueado por los hielos el Magdalena Oldendorff el 30 de mayo. El buque comenzó a pedir ayuda 11 días después. Lo peor fueron esos primeros días, ya que el navío navegó a la deriva, arrastrado por la corriente. "De haber caído en una zona donde los hielos se mueven en círculos, el peligro de naugragio hubiera sido real", explica Martiánov, quien se apresura a agregar: "Ahora no corremos ninguno". Asegura que el casco resistirá la presión del hielo.
Argentina pide 3,5 millones de dólares
Las labores de rescate de los científicos rusos no le están costando nada al Instituto ruso del Ártico y la Antártida. Según el contrato firmado por éste, Rusia pagó por llevar a los investigadores polares a Ciudad del Cabo. Todos los otros gastos, incluyendo los imprevistos, corren a cargo de la compañía alemana Egon Oldendorff, propietaria del buque. Esta empresa decide qué método utilizar para evacuar a los científicos. El buque surafricano Agulhas, que ya ha zarpado al rescate, no es un rompehielos y, por lo tanto, no podrá liberar al Magdalena Oldendorff. Su misión sería evacuar a los científicos en helicóptero y dejar provisiones en el buque. De esa forma, toda o parte de la tripulación podría quedar a bordo para realizar tareas de mantenimiento y manejar el barco cuando quede liberado. Otra posibilidad es que acuda al rescate un rompehielos que abriría el camino al buque preso hasta aguas libres. El mejor situado para ello es el argentino Almirante Irízar. Ayer permanecía amarrado en Buenos Aires, a unos 5.000 kilómetros del Magdalena Oldendorff. Mientras, expertos de la Armada evaluaban la posibilidad de que el navío zarpe al rescate en los próximos tres o cuatro días. 'Se están examinando las posibilidades de ir, pero no tanto por un tema de dinero, sino por el riesgo que implica llegar a la zona en esta época del año', aseguró Beatriz Nóbile, de la Dirección Nacional del Antártico. Los argentinos piden 3,5 millones de dólares por enviar su barco. El rescate correrá a cargo de la aseguradora del Magdalena.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de junio de 2002