Hoy finalizan las elecciones en el Colegio de Médicos, una convocatoria en la que tradicionalmente se da una abstención demasiado alta, traduciendo probablemente la sensación de muchos profesionales que piensan que el colegio no sirve para nada. Si además uno piensa en la aportación que obligatoriamente hacemos los colegiados el resultado es un sentimiento de indignación que se puede recoger en las conversaciones con la mayoría de compañeros. No sé si el colegio nos es útil, pero no me cabe la menor duda de que su actual estructura y funcionamiento no nos sirve para nada, al menos para la mayoría de médicos, para los que nos dedicamos sólo a la medicina pública. Tendremos que intentar el cambio de acuerdo con esa convicción y para disipar la duda sobre las ventajas de un organismo anclado en el concepto gremial de nuestra profesión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 25 de junio de 2002