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COLUMNA

Sexo 35

Aquella madrugada, después de unas copas, reveló su más íntimo y trágico arcano: cuando hacía el amor, bajaba la bolsa, y viceversa. Tan enigmática relación la descubrió con 30 años y un futuro de financiero rompedor. Al principio pensó que se trataba de una coincidencia. Pero impulsado por su curiosidad intelectual realizó ciertos experimentos. Una noche, permaneció indiferente a las caricias de una hermosa y sabia siciliana. Al otro día, el Ibex, el Dow Jones, el Nikkei, registraron una subida espectacular. Una semana más tarde, el joven se acostó con dos gemelas de Filadelfia, y las dejó exhaustas. Poco después la Bolsa sufrió un descalabro. Durante meses observó su comportamiento sexual y el de los índices bursátiles. No había duda: cuantos más orgasmos, hasta Wall Street se tambaleaba. Y, por el contrario, su inapetencia venérea subía los valores. Cifró su descubrimiento y lo guardó en la caja fuerte. Luego, el joven financiero se despidió de la empresa donde desempeñaba un alto cargo y montó su propia oficina, a cuyo frente puso a un compañero de facultad. Cumple mis órdenes y te haré rico.

El joven se retiró a una finca, en la costa, con algunas de sus más insaciables amigas. Disfrutaban con caprichos eróticos; representaban versos de Safo; y bordaban inflorescencias de clítoris. Cuando notaba cómo las hormonas bombeaban el flujo sanguíneo y estimulaban sus deseos, hacía el amor a la sombra de un sicomoro, sobre una alfombra afgana, en las tibias aguas del estanque; y entonces, entre jadeos, llamaba a su oficina y decía: mañana compra tecnología y telecomunicaciones. Dos semanas después, vendía en plena euforia alcista, si a pesar de las delicadas felaciones no lograba la erección. Así, pasaron diez años, y su fortuna era incalculable. Por entonces, se le fue la lengua, y al hacerlo, firmó su sentencia de muerte. Un martes de junio lo encontraron desangrado en la piscina: alguien le había arrancado sus atributos delatores de un solo bocado. El forense nunca supo si aquel bocado era de eléctricas, de tigresa o de ambas a la vez.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de junio de 2002