El segundo semestre de este 2002 será mucho mejor que el primero y en el próximo 2003 la recuperación de la economía mundial quedará plenamente confirmada. Éste es el mensaje básico que los líderes de los países más influyentes del mundo quisieron transmitir ayer desde su retiro de Kananaskis, en Canadá, a una economía internacional conmocionada por una sensación de inseguridad que trasciende a la economía y por una crisis bursátil que avanza a golpe de escándalo. Los Ocho prometieron leyes más estrictas sobre contabilidad empresarial.
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Ni el enorme fraude contable de WorldCom ni la caída del dólar hicieron que el G-8 modificara ayer las perspectivas optimistas diseñadas por los ministros de Economía en Halifax el pasado 15 de junio. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el más afectado por los últimos desarrollos que centran la atención del mundo, aseguró a sus poderosos contertulios que la economía de EE UU crecerá este año entre un 3% y un 3,5%, dato que el canciller alemán, Gerhard Schröder, consideró muy satisfactorio.
Por lo demás, la aparente urgencia de la situación tampoco hizo que los Ocho añadieran algún mensaje nuevo al guión previsto, salvo una mención de confianza en Brasil, por iniciativa de Aznar, que también sostuvo que Argentina "ha cumplido con las condiciones del FMI y corresponde ahora al FMI abrirle un paquete financiero; sino habrá contagios económicos o políticos altamente indeseables". Junto a esto, se lanza la promesa de que reforzar sus legislaciones para evitar nuevos fiascos.
Fue precisamente Silvio Berlusconi, el político que logró como primer objetivo de su Gobierno que el fraude contable haya dejado de ser delito en Italia, quien informó a la prensa de que la cumbre había "considerado que puede haber una crisis de confianza por parte de los inversores y que hay que hacer todo lo imaginable para garantizar la absoluta transparencia de la contabilidad de la empresas, a fin de que refleje exactamente la situación en términos de pérdidas y beneficios".
El primer ministro italiano precisó que José María Aznar había tenido una intervención destacada en el debate de este asunto. Aznar dijo luego a la prensa que España no necesita grandes cambios de legislación porque "no tiene problemas como el de Enron". "El caso del BBVA no afecta a la solidez del sistema financiero", agregó.
Es obvio que la situación monetaria generó, en cambio, menos consenso entre los reunidos. Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, declaró en ese contexto que se siente satisfecho de la subida del euro frente al dólar, pero con condiciones. "Espero que el proceso no sea muy rápido ni vaya demasiado lejos. No quiero exageraciones", dijo.
Prodi atribuyó la fortaleza del euro a la solidez de la economía europea, mientras que la economía americana "tiene altos niveles de productividad, pero fundamentos preocupantes", dijo, refiriéndose al abultado déficit de Estados Unidos. No obstante, reconoció que "ya tenemos quejas de que el euro está demasiado fuerte".
Dentro del capítulo económico, los Ocho aprobaron también ayer un plan de acción para África que consolida la idea de que el primer paso debe ser la democratización y la apertura económica de los países afectados. "No colaboraremos con los países que ignoren los intereses y la dignidad de su pueblo", se lee en el documento.
Junto a iniciativas genéricas sobre temas que van desde la mejora de las estructuras administrativas hasta la lucha contra el sida, destacan dos puntos financieros. El primero es la concesión de 1.000 millones de dólares adicionales para la iniciativa de reducir la deuda de los países pobres muy endeudados, que afecta a unos 40 Estados, de los que 22 son africanos. El segundo es el empeño de que la mitad de los 12.000 millones de dólares anuales de ayuda adicional acordados en Monterrey sean para África, aunque en este terreno los Ocho no pueden controlar lo que harán los demás países. Estas cifras quedan muy lejos de las demandas de los 53 países de la OUA promotores del Nuevo Partenariado para el Desarrollo de África (NEPAD), que cifran las necesidades financieras de su continente en 64.000 millones de dólares anuales. El primer ministro canadiense, Jean Chrétien, comentó que ayer no era el día en que los Ocho crean un fondo global para África.
El presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, que asistió a la cumbre junto a los líderes de Argelia, Abdelziz Buteflika; Senagal, Abdoulaye Wade, y Suráfrica, Thabo Mbeki, valoró ayer que el Plan de Acción del G-8, "como todo lo humano, no es perfecto". "Pero es un principio", añadió, "y con un buen principio se puede llegar a un buen final".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de junio de 2002