La presencia de Alemania en la gran final de mañana desmonta la socorrida teoría de la sobrecarga del calendario, del agotamiento con el que los futbolistas llegan a una cita tan relevante, lo que rebaja su rendimiento. En el caso germano no es así. Basta comprobar que ningún club ha jugado tantos partidos la pasada temporada como el frustrado Bayer Leverkusen, finalista de la Liga de Campeones y de la Copa alemana y aspirante al título de la Bundesliga hasta la última jornada. En el caso de los jugadores del equipo de la aspirina, en efecto, al desgaste físico con tanto trote hay que añadir el suplemento psicológico de su derrota en los tres torneos. Pero, pese a todo, cinco de sus integrantes han llegado a la final del torneo asiático: Butt, Ballack, Schneider, Ramelow y Neuville. Con Brasil lo ha hecho Lucio, también del Leverkusen, y con los turcos estará Basturk hasta hoy frente a Corea del Sur.
Ballack y sus colegas del Leverkusen han encarado el trauma psicológico de quedarse sin títulos
Cada uno de estos jugadores carga sobre sus piernas más de 60 encuentros en el último curso. Al margen de los partidos internacionales oficiales -en el caso de Alemania, con repesca incluida ante Ucrania- y amistosos y los duelos coperos, sus intervenciones en la Bundesliga y la Liga de Campeones son las siguientes: Butt, 34 partidos ligueros y 17 de la Champions; Ballack, 29 y 15; Schneider, 30 y 17; Ramelow, 32 y 17; Neuville, 33 y 15; Lucio, 29 y 16, y Basturk, 30 y 17.
Sólo Butt, el portero suplente de Kahn, no ha jugado un segundo en el Mundial. Todos los demás han sido fijos en sus respectivas selecciones. Ballack, la gran estrella alemana, que se perderá la final por una sanción, ha estado en los seis partidos jugados por Alemania y su técnico, Rudi Voeller, le ha concedido los 540 minutos. Frente a Corea, en las semifinales, en un mismo minuto del segundo tiempo llegó desde su posición de centrocampista adelantado a su propio área para evitar un tanto local -cuando vio la tarjeta amarilla que le destierra del lance decisivo- e irrumpió en los dominios de Lee para marcar el gol de la victoria germana. Con dos tantoss suyos, Alemania superó los cuartos de final y las semifinales. Schneider, el interior derecho, un jugador maratoniano, con enorme recorrido por su orilla y el más dinámico de toda la selección, ha sudado en los seis partidos durante 490 minutos. Ramelow, un centrocampista de corte defensivo, siempre con el motor en marcha, también ha sido alineado como central. En uno u otro puesto ha estado durante 264 minutos, repartidos en cuatro choques. Neuville, el ex jugador del Tenerife, el más bajito del equipo, el encargado de agujerear a las defensas contrarias dejándose caer por las dos bandas y que explota su mejor atributo, la velocidad, con constantes sprints, se ha tragado 277 minutos en cinco citas. El efecto alemán debe resultar contagioso porque un brasileño como Lucio, el defensa central del campeonato que más veces se lanza al ataque, y no sólo en jugadas a balón parado, tampoco se ha perdido un minuto desde que arrancara el torneo y lleva a sus espaldas 540 en seis partidos. Algo más que Basturk, su compañero del Leverkusen, el faro de los turcos, un futbolista de físico frágil que ha tenido 482 minutos en seis jornadas.
Si los jugadores del Leverkusen han soportado una temporada asfixiante, los del Borussia de Dortmund, el segundo equipo que más jugadores aporta a la selección de Voeller junto al Bayern Múnich, tampoco han estado de veraneo. Lehman, Kehl, Metzfelder y Heinrich se proclamaron campeones de la Bundesliga en la última jornada. Y fueron finalistas de la Copa de la UEFA, en la que cayeron derrotados por el Feyenoord.
Porque, aunque no lo parezca por su falta de talento, la realidad es que los alemanes, que contaban menos que nunca en los pronósticos, han estado en las tres grandes cumbres del año: la final de la Liga de Campeones, la final de la Copa de la UEFA y la final del Mundial. No juegan muy bien, pero no se cansan jamás. Ése es su mejor secreto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de junio de 2002