El ministro italiano del Interior, Claudio Scajola, se vio obligado a presentar ayer su dimisión para aplacar las iras provocadas, incluso entre sus compañeros de Gobierno, por unas declaraciones suyas en las que menospreciaba al profesor Marco Biagi, asesor del Ministerio de Trabajo, asesinado en marzo por las Brigadas Rojas. El primer ministro, Silvio Berlusconi, rechazó la dimisión confirmando al ministro.
Berlusconi aseguró que Scajola contaba con su "confianza y la del Gobierno" y pidió a todos "un esfuerzo por suavizar el tono de la polémica política". La reacción más dura contra Scajola fue la del ministro de Trabajo, Roberto Maroni, que le conminó a desmentir de forma contundente sus afirmaciones y a pedir disculpas a la viuda y a los hijos de Biagi. La oposición de centro-izquierda criticó al ministro del Interior, y calificó de "burla" la dimisión presentada y rechazada de inmediato.
El caso Biagi no da tregua al mundo político italiano, más de tres meses después del asesinato del asesor del Ministerio de Trabajo. A la polémica suscitada el viernes por la publicación de una serie de mensajes escritos por Biagi en los que citaba al líder sindical Sergio Cofferati como alguien que le amenazaba, se añadió ayer el escándalo de las declaraciones de Scajola, que han abierto un foso en el seno del Gobierno italiano.
Scajola declaró en Chipre a dos periodistas italianos que Biagi, lejos de ser una persona capital en la redacción de la reforma del mercado de trabajo, "era un coñazo, que sólo quería que le renovaran el contrato de asesor". Frases que aparecieron ayer publicadas en los diarios a los que pertenecen los dos enviados especiales, Il Corriere della Sera e Il Sole 24Ore. Scajola no se limitó a poner en duda los méritos del fallecido, sino que abordó con los periodistas el tema de los mensajes, en los que Biagi pedía desesperadamente que le restituyeran la escolta policial retirada sin aparente razón. "Están intentando meterme a toda costa en esa historia", dijo el ministro, muy criticado en su día por no haber resuelto el problema de la protección policial a Biagi, en su calidad de máximo responsable de las fuerzas de seguridad.
Las declaraciones de Scajola provocaron un verdadero terremoto en ambientes políticos, pero esta vez, las condenas más duras procedieron de sus colegas de Gobierno. De poco sirvieron las rectificaciones del ministro que dijo no reconocerse "en las expresiones publicadas por los dos diarios" y reiteró la elevada estima en la que tenía a Biagi. Su colega Maroni y el secretario de Estado de Trabajo, Maurizio Sacconi, rechazaron en una nota las afirmaciones de Scajola y pidieron al ministro que considerara la posibilidad de dimitir.
Tras una jornada marcada por la polémica el titular de Interior optó por presentar la renuncia a su cargo a Berlusconi, pero el primer ministro consideró oportuno rechazarla. "He considerado mi deber rechazar la dimisión y pedir al ministro que permanezca en su puesto con empeño renovado", decía la nota de Berlusconi.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de julio de 2002