El año pasado Daniela Hantuchova controlaba todavía los precios de los hoteles y no era nadie en el torneo de Wimbledon. Este año, sin embargo, se ha convertido en una de las jugadoras más seguidas por el público. Más que por sus resultados, por el hecho de que un diario sensacionalista londinense la catapultó al trono que había ocupado ininterrumpidamente la rusa Ana Kurnikova desde su eclosión en el mundo del tenis: el de la jugadora más sexy. Ayer, Hantuchova, apodada también "las piernas de Eslovaquia", unió a su incuestionable atractivo físico una victoria importante. Eliminó a la séptima cabeza de serie (6-4, 7-5) en un partido que había sido calificado como el de las bellezas, puesto que la enfrentaba a la yugoslava Jelena Dokic, que también figuraba en los primeros puestos de la peculiar clasificación del diario londinense.
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Para muchos fue una sorpresa. Pero los resultados de la temporada demuestran que Hantuchova no andará por el mismo camino que Kurnikova. Este año la eslovaca, que reside en Bratislava, ganó ya su primer torneo en Indian Wells, superando nada menos que a Martina Hingis en la final y dejando a la belga Justine Henin en su camino. Su progresión siguió en Berlín, donde alcanzó los cuartos de final, y en Roland Garros, donde perdió con Seles en octavos de final.
Hantuchova es ya la 12ª jugadora mundial y tiene sólo 19 años, la misma edad que Dokic, séptima. Aunque pierda en cuartos de final ante Serena Williams, Wimbledon le habrá aportado 83.000 euros, cifra que le permitirá entrar ya en el club de las jugadoras que han superado el millón de dólares de ganancias en su carrera. Nada despreciable para una familia humilde que sigue viviendo en un clásico piso de la época comunista en Bratislava. Su padre, Igor, profesor universitario, cobra un sueldo de 281 euros mensuales. Su madre, Marianna, es profesora de tenis en un club local y fue la que puso una raqueta en las manos de su hija Daniela. Sin embargo, más que dinero, lo que este Wimbledon ha ofrecido a Hantuchova, la de las piernas de 1,20 metros, es una proyección de futuro impresionante en el mundo de la imagen. Y ésa es la más productiva. Kurnikova lo sabe bien.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de julio de 2002