Da la sensación de estar sumergidos en un caos incomprensible, imparable e irreparable. No sé dónde está la gente que en Mayo del 68 gritaban 'libertad, igualdad y fraternidad'; no sé dónde están las mujeres que lucharon por sus derechos, por su independencia, por su reconocimiento social; no encuentro a los trabajadores sindicalistas que se enfrentaban a los gobiernos y a los patronos defendiendo los derechos de los trabajadores; no sé dónde se meten los estudiantes que luchaban por un mundo más justo y solidario, los del 0,7%, los ganaderos, los agricultores, las lesbianas y gays, todos los que se manifestaban contra las dictaduras, los cantantes en cuyos conciertos se encendían velas, los escritores y actores comprometidos; dónde está la gente comprometida.
¿Tan igual da todo? Tan nihilistas nos hemos vuelto que estamos viviendo con impunidad. Se atenta contra los derechos más fundamentales de personas de Marruecos, Colombia, Ecuador, Argelia, Rumania..., detenidos masivamente como delincuentes en aras de la seguridad de los que se manifestaban por los derechos humanos y por la igualdad. Dónde está la necesaria y urgente protesta de aquellos que cantaban himnos por la libertad y por la justicia. O es que los extranjeros no se merecen siquiera la oportunidad de luchar por su propia dignidad
Seguro que muchos recuerdan aquella famosa frase 'que paren el mundo que yo me bajo'. Muchos entendieron que los que se deberían bajar eran los demás; los pobres, los sin techo, los inmigrantes...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de julio de 2002