Es cuanto menos humillante observar, precisamente en estas fechas cuando la inmensa mayoría de españoles hemos declarado ya seria y responsablemente nuestras obligaciones fiscales, cómo relevantes personajes del mundo financiero son imputados por delitos fiscales de considerable magnitud, o sea, de estafar a la Hacienda pública, o sea, de estafar a millones de españoles sin que les desaparezca la sonrisa.
Aunque no es consuelo saber que en todas partes ocurre igual, es lamentable constatar que para estos personajes, en todo caso, defraudar es rentable. Y lo que es peor, no hay clase política, ni ciudadano a la hora de votar, que quiera poner a esta gente en su sitio. Dada la catadura de estas personas y considerando lo que está ocurriendo en otras latitudes (Enron, WorldCom, Xerox, etcétera), señoras y señores: agárrense los machos, porque aquí todavía nos queda mucho por ver, y no precisamente lo menos malo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de julio de 2002