La vista, el oído y el gusto se dan un festín este mes en la sala Pradillo a cuenta del montaje A pedir de boca, que combina la danza con la gastronomía. El patio de butacas desaparece para la ocasión porque numerosas mesas y sillas llenan el espacio donde el público cenará a la par que degusta las distintas coreografías. El maestro de ceremonias es el actor Ignacio Durán, encargado de organizar a siete camareros, actores como él, y dar paso a cada plato.
La función comienza con un aperitivo, creado por las bailarinas Denise Perdikidis y Alicia Pérez, que se llama Bodegón. Después llega el primer plato, Operación Salmorejo, de la compañía Arrieritos, al que sigue un Rabo de toro mareao al jerez, obra de Chevi Muraday. El postre se llama Choc-Bang-Boom, de Patricia Ruz, y Marcelo y Marcela ponen el Café, una copa de cava... y un cigarrillo. 'Los coreógrafos tienen un importante papel creador, tanto en el terreno culinario como en el de la danza, porque inventan tanto las recetas como el baile', explican los organizadores del espectáculo. La idea original, que arrancó en 1998, es de Laura Kumin. 'Es un proyecto artístico, estético, lúdico y sensorial que invita al espectador a saborear la danza desde otra perspectiva', resumen los responsables de Pradillo. Lo que buscan los creadores del montaje es 'que se rompa la tradicional división entre artistas y público y establecer una complicidad necesaria en el espectáculo'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de julio de 2002