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COLUMNA

Día de presentaciones

Podría salvar el primer día con las presentaciones, pero no es plan: comenzaría a parecer un vago, que no digo que no lo sea, aunque eso es lo de menos, pues la cuestión no debe de ser tanto hacer como aparentar, como voy aprendiendo con el tiempo. Soy Pedro Horrillo, del Mapei, ciclista profesional participante en este Tour, para más señas, y dorsal número 124, para los insensibles que me quieran reducir a un simple número (nunca os lo perdonaré, aviso).

Bueno, el Tour de France, la grande boucle para los franceses, es una especie de ruta turística que recorre Francia en bicicleta durante tres semanas. Yo, evidentemente, pertenezco al grupo de los turistas, cómo no, y si así no fuese sería el primero en apuntarme, pero no hizo falta, tenía méritos suficientes. Los turistas, así en genérico, somos la cara visible de todo esto. Solemos ir en pantalón corto por aquello de los calores de julio, con gafas de sol a cuál más galáctica, gorrita para la insolación, botellín de agua adosado, y aliñados con vivos y variados colores para así distinguirnos entre nosotros, no nos vayamos a perder. Borregueamos -sin duda nuestra especialidad-, sesteamos, saltamos, corremos, hablamos, discutimos, nos peleamos, bebemos, comemos, reímos... y yo qué sé cuántas miles de cosas más, que hacemos todos juntos y agarraditos, porque Francia es muy grande y da para mucho juego. Y el último domingo, como colofón, nos vamos a París de fin de fiesta, a la ciudad de la luz, de la torre Eiffel, y del avión que vuela para casa, que no es poco. Pero bueno, creo que estoy hablando ya demasiado, así que hasta mañana. ¡Ah! Y nos iremos conociendo, ¿de acuerdo?; y si les suena a amenaza, es que han leído bien. À demain.

Pedro Horrillo terminó el 31º la etapa de ayer, a 21 segundos de Lance Armstrong.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de julio de 2002