El Protocolo de Kyoto, aún fijando porcentajes de reducción que los especialistas calificaron de 'insuficientes', no ha conseguido que la comunidad internacional ponga freno a las emisiones de este gas. España es el país de Europa que mayor grado de incumplimiento acumula con respecto a lo fijado en este compromiso internacional ya que, entre 1990 y 2000, incrementó sus emisiones de CO2 más de un 34%, cuando la UE le había concedido un aumento máximo del 15%, ventaja de la que sólo gozan aquellos países que no han alcanzado un cierto grado de desarrollo industrial.
Traducir estas cifras a escala doméstica no es complicado. Las tablas que manejan los participantes de la apuesta permiten a cualquier ciudadano calcular sus emisiones de dióxido de carbono en función de algunos parámetros de consumo. Estos son algunos de esos indicadores:
-Energía eléctrica: por cada kilovatio/hora consumido se generan 0,48 kilos de CO2
-Gas natural: un metro cúbico consumido equivale al vertido de 1,7 kilos de CO2 . Si se trata de butano o propano la cifra puede dispararse hasta los 2,7 kilos.
-Automóvil: un litro de gasolina quemada en un turismo equivale al vertido de 2,6 kilos de CO2.
-Transportes: por cada kilómetro que recorremos en avión arrojamos a la atmósfera 0,25 kilos de CO2, cifra que disminuye hasta los 0,03 kilos si optamos por el tren.
-Papel: consumir un kilo de papel supone producir 1,7 kilos de CO2, cifra que se reduce a menos de la mitad si se trata de papel reciclado.
-Aluminio: el consumo de un solo kilo de este material, presente en numerosos productos de uso doméstico, equivale al vertido de cerca de 35 kilos de CO2.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de julio de 2002