El consejero de Obras Públicas, José Ramón García Antón, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, realizaron ayer una práctica estival sobre cómo vender los logros de su gestión a la ciudadanía. Políticos y técnicos de ambas administraciones desplegaron a mediodía de ayer un abanico de coches oficiales junto a la futura estación del Metro de Jardín de Ayora. Allí, invitaron a la comitiva de periodistas y al séquito a subir a un autobús de línea regular y a un microbús -habilitados por el departamento de Obras Públicas para realizar la visita a las obras de ampliación de la línea 5 del Metro-. Una vez todos dentro de los autobuses empezó una gira urbana que, en condiciones normales, se puede recorrer en menos de cinco minutos y que ayer no bajó de 40. Con tanta comitiva y tanto policía local pendiente de facilitar el paso a la caravana oficial, el autobús grande en el que iban las autoridades oficiales tardó menos de 500 metros en quedarse atascado en una de las obras del metro. 'La obras suponen una inversión de 96 millones de euros y estarán terminadas en la primavera de 2003', diría posteriormente García Antón, antes de señalar que las obras de urbanización 'ya están finalizadas al 70%' y que las calles afectadas se irán abriendo paulatinamente al tráfico'.
El microbús, que perdió de vista el vehículo donde iba la mayor parte de la comitiva, tuvo más suerte porque se despistó. Una situación que, sumada a la falta de información del chófer sobre el destino final, fue vital para salir de la zona de obras y llegar al punto final de la visita: la futura estación de la avenida de Aragón, a poco más de un centenar de metros de la Consejería de Obras Públicas y el Ayuntamiento nuevo.
Tras esperar que los políticos saliesen del atasco y llegasen al lugar de destino, los periodistas oyeron a la sombra de una palmera qué noticias llenarán sus zurrones en un futuro inmediato: la colocación de las traviesas del AVE -'Mal que le pese al PSOE'-, la firma de un nuevo convenio para hacer el Parque Central, una inversión importante de Fomento para mejorar las líneas de cercanías y la extensión del transporte metropolitano 'de calidad' hasta el aeropuerto de Manises y Riba-roja. Luego dos amables operarios le dieron a cada visitante un casco para ver una hormigonera dentro de la futura estación del Metro, la foto y, ¡hala!, cada mochuelo a su olivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de julio de 2002