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CARTAS AL DIRECTOR

'Santísima trinidad'

Con lo que nos ha y nos está costando conseguir que nuestros hijos no sean bautizados y no hagan la primera comunión, porque quien lo ha sufrido sabe lo que cuesta quitarle a un niño de la cabeza que la primera comunión no es tan sólo un día en el que te hacen más regalos que en Navidad; ahora resulta, y digo ahora no porque me acabe de dar cuenta, sino porque resulta cada vez más evidente, que existe una santísima trinidad mucho más difícil de evitar. Estoy hablando de los tres ejes fundamentales de manipulación a los que se ven sometidos los niños de nuestro, digamos que desarrollado, mundo: la Game Boy, la Play Station y Port Aventura.

Al parecer, hemos cambiado un dios por otro: el dólar, pero este dios cuesta mucho más de matar, ya que está impregnado de necesidad, de seducción y es todavía más omnipotente y omnipresente. Se trata de una religión, que no secta, sin ningún tipo de moral cuya iniciación es la Game Boy, la primera comunión es la Play Station y la confirmación es Port Aventura, o viceversa. La presión religioso-social (léase escuela o entorno social y publicidad en los medios de comunicación) sobre nuestros hijos es terrible: ¿has pasado tal o cual nivel?, ¿tienes tal o cual juego?, ¿has subido a tal o cual atracción?

Seguramente de este fin de semana no pasa que tenga que llevar a mi hijo a Port Aventura. ¿Puedo hacer algo para evitarlo o he de resignarme y llevarlo vestido de marinero para darle más solemnidad a todo esto de la presión económica del capitalismo salvaje?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de julio de 2002