Ramón Zuriarrain (San Sebastián, 1948) es el paradigma del artista dual que se expresa con igual soltura en el lenguaje figurativo que en el de la abstracción. 'Nunca me ha preocupado el resultado', dice. 'Lo que me interesa es la pintura en sí'. Sus dos rostros pictóricos quedan al descubierto en la Galería Altxerri de San Sebastián, donde el artista exhibe sus trabajos más recientes, la mayoría realizados en los dos últimos años.
La exposición, que permanecerá abierta al público hasta finales de agosto, reúne una cuarentena de piezas, entre óleos, acuarelas y pequeñas esculturas-objeto y evidencia la versatilidad de un artista con un largo y sólido camino recorrido. Son trabajos que parecen pertenecer a dos etapas distintas de la evolución pictórica de Zuriarrain, pero no lo son. La mayoría han salido de su pincel en los dos últimos años. 'Trabajo en abstracto y en figurativo al mismo tiempo. ¿Por qué no lo voy a hacer?', se pregunta el artista. 'Lo que no sería normal es pintar siempre lo mismo'.
La sala (Reina Regente, 2), de dos pisos, se presta a marcar las distintas tendencias que salen de su pincel. En la planta baja, se han dispuesto las piezas más abstractas. 'Son cuadros muy típicos míos', cuenta el artista, 'donde unas cosas van sumándose a otras. Aparecen personajes, animales, monstruitos, paisajes...', apenas identificables. 'A mí me interesa la pintura en sí', afirma Zuriarrain. 'Lo de menos es el resultado, el hecho de que sea o no abstracto o lo que quiera decir. Lo que siempre hay es un intento de resolver el cuadro como objeto, de lograr el equilibrio en la composición'.
Zurriarrain se movió en sus comienzos, hace tres décadas, en el terreno de lo figurativo, y, sin abandonarlo, fue poco a poco evolucionando hacia la abstracción. Desde entonces, 'ha practicado una pintura celebrante, lúdica, al margen de programas críticos y de poéticas vanguardistas', escribe el crítico Fernando Golvano en el texto del catálogo.
Y ha sido siempre fiel a un tema: la naturaleza y los paisajes imaginarios o con una inspiración real. En la exposición puede verse un paisaje de Escocia, imaginarse lo que sintió Zuriarrain cuando una noche se le apareció un caballo en el monte u observar su autorretrato en positivo o con los tonos invertidos, como si se tratara del negativo de una foto. Pero también es posible sonreír ante algunas de sus propuestas. En la planta baja muestra Tête Ra, una pieza hecha con un casco de moto, una tetera y unos rulos, que parece el rostro de una persona. O una lámpara construida con un paraguas. También en la primera planta, la que alberga la obra más figurativa, existen muestras de la ironía del pintor. De una de las paredes cuelga Zzz Jones, un óleo en el que figura un perro levitando que sueña con la actriz Catherine Zeta Jones.
Es en este mismo espacio donde expone dos pinturas del estudio que tiene en el barrio donostiarra de Igara y una serie de cuatro piezas en la que experimenta con las posibilidades del color. 'Es siempre la misma ganbara de un caserío', explica. 'Sólo cambiando el color da la sensación de que se sale del recinto'. Frente a esta serie, varias acuarelas, otra muestra de la ductilidad artística de Zuriarrain.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de julio de 2002