'Se han acabado los días en los que se podían amañar los libros contables, ocultar la verdad y violar nuestras leyes', resaltó ayer George W. Bush ante los ejecutivos de Wall Street y el alcalde de Nueva York, el empresario Michael Bloomberg. En su discurso, el presidente estadounidense hizo públicas una serie de propuestas para devolver la confianza a los inversores e imponer criterios éticos a la vida empresarial, 'descarriada', por los excesos de los noventa:
- Crear una fuerza especial contra el fraude que se dedicará exclusivamente a investigar el 'crimen financiero' y estará a cargo del número dos de la Fiscalía General (Departamento de Justicia).
- Doblar la penas de prisión, hasta diez años, el doble de la pena actual, para los ejecutivos acusados de fraude corporativo. Esta pena se aplicaría al fraude telegráfico o postal, porque las compañías tienen que enviar por correo sus informes anuales y otras informaciones.
- Convertir en delito criminal la destrucción de documentos y otras formas de obstrucción a la justicia.
- Permitir a la Comisión del Mercado de Valores (SEC) que congele ingresos 'sospechosos' de ejecutivos de empresas que están siendo investigadas. Aumentar en 100 millones de dólares el presupuesto de la SEC para 2003 y aumentar su equipo de investigadores en cien personas.
- Prohibir a las empresas otorgar créditos a sus directivos.
- Pedir a los mercados que exijan que los consejeros de las compañías y sus comités de auditoría, nombramiento y compensación no tengan 'relación material' con las compañías para que sean 'verdaderamente independientes'.
- Exigir a los ejecutivos que informen de manera inteligible sobre sus acuerdos de compensación y no, como hacen ahora, en oscuros informes a la SEC. Pedir que devuelvan sus compensaciones millonarias en caso de escándalo. Someter los planes de stock options a la aprobación de los accionistas.
- Prohibir que los ejecutivos responsables de escándalos financieros puedan volver a tener responsabilidades directivas en otras empresas. 'Dimitir no es suficiente', dijo Bush.
- Garantizar una mayor independencia de los analistas financieros. 'Comprar no debería ser la única palabra en su vocabulario', resaltó el presidente.
- Mantener a los accionistas informados cada tres meses de la evolución de la empresa (una ley que ha aprobado la Cámara de Representantes y que todavía debe debatir el Senado). 'La ética de los negocios estadounidenses depende de la conciencia de sus líderes, que deben poder distinguir entre ambición y codicia', dijo Bush.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de julio de 2002