Estoy bastante indignada después de comprobar cuál es la situación laboral por la que pasan muchas personas actualmente. Yo lo estoy viviendo en mi propia piel.
Para que se sitúe, le explicaré brevemente mi situación: el pasado verano conseguí mi primer puesto de trabajo como promotora en grandes superficies. Yo estoy diplomada en Lengua Extranjera pero pensé que sería un buen modo de ganar algo de dinero y de aprovechar el tiempo y me decidí a probar. La empresa Escuela de Azafatas Europeas, de Madrid, fue la que me contrató por un plazo de ocho fines de semana en Continente, actual Carrefour Sur, en Jerez, para la promoción de baterías de cocina de la marca San Ignacio.
Pues bien, el problema surge después, cuando pasados los 15 días de rigor no cobro la cantidad acordada. Ni un céntimo, como se dice ahora. Llevo desde el mes de agosto pasado haciendo llamadas a la empresa de Madrid y ni siquiera se dignan a ponerse al teléfono. Una chica se limita a decir que no hay nadie en ese momento y se lava las manos. Y así durante estos largos meses.
Me dirigí a la delegación provincial para poner una denuncia pero, como era de esperar, no han aparecido a la citación. Están en paradero desconocido. Ni Carrefour ni el proveedor, esmaltaciones San Ignacio, quieren saber nada de este asunto. Por tan poca cantidad de dinero nadie se mueve. Entonces, ¿quién debe proteger a personas que se encuentren en una situación como la mía?
Me parece bochornoso que grandes comercios trabajen con empresas de este tipo y que después se queden tan tranquilos si éstas no responden. Soy joven y con ganas de trabajar, pero no estúpida. Espero que al menos mi testimonio sirva para que otras muchas no caigan en la trampa en la que yo he caído.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de julio de 2002