El Mantenimiento estable del IPC en junio ha situado la tasa interanual de inflación en el 3,4%, dos décimas menos que en mayo. Pero las razones para la satisfacción son pocas. Esa ligera reducción coexiste con caídas más importantes en las tasas de inflación de nuestros socios comerciales y monetarios, como Alemania, cuyo índice anual ha bajado tres décimas en junio, hasta el 0,8%. España sigue en el pequeño grupo de cabeza de las economías más inflacionistas de Europa y del conjunto de las naciones desarrolladas. Además, la ligera caída de mayo es debida al descenso de los precios de la energía (4,4% de caída interanual en junio), favorecido por el mantenimiento del precio del barril de crudo y la significativa apreciación del euro frente al dólar. Las rebajas también han contribuido a esa contención del IPC.
Los precios de las manufacturas, de los alimentos elaborados y de los servicios no dan señales de reducción, con estos últimos cada vez más cerca del 5%. Los de ocio y cultura son los que han mostrado un mayor incremento; el capítulo vinculado a viajes y hostelería sigue reflejando ineficiencias serias e invalida esa explicación dominante de las autoridades de una estrecha relación entre elevaciones de precios y crecimiento de la economía. La disminución de la demanda del sector turístico no está produciendo una rebaja de los precios.
Razones no faltan para que el gobierno, tras admitir que tenemos un serio problema, se disponga a transmitir con detalle un plan de ataque contra los precios. Una ocasión idónea para ello es el debate sobre el estado de la nación que se inicia el lunes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de julio de 2002