El 4 de julio, una carta de un lector y 49 firmas más condena la suspensión de empleo por insubordinación a un inspector de sanidad de Granada, el cual se había negado reiteradas veces a retirar las imágenes religiosas de su despacho. Bien. Respecto de las 'convicciones ideológicas y religiosas', estas personas proclaman el derecho, constitucional, 'de profesarlas y expresarlas con libertad'. Bien.
Y añaden que, si fuera el caso, este derecho se extiende a expresar dichas convicciones 'en su indumentaria exterior y en la personalización de su puesto de trabajo, aunque éste sea público'. ¿Bien?
¿Aceptarían con igual entusiasmo 'aconfesional' que un inspector médico, budista convencido, fuera al trabajo en túnica naranja, colgar un retrato de Buda en su despacho y encendiese barritas de incienso? ¿O que un inspector de religión islámica vistiese túnica y colgara un cuadro con la frase: 'Alá es grande', además de parar para rezar de cara a La Meca? ¿O que un inspector naturista recibiese desnudo a las visitas en su trabajo? ¿O que un ateo militante desplegara un mural con la frase 'Dios no existe' en la oficina? En caso afirmativo, les felicito, de corazón. En caso negativo, les aconsejaría leer lo que escriben y usar el 'sentido común', antes de lanzarse a mandar cartas a un diario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de julio de 2002