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Crítica:CRÍTICAS

Oquedades grandilocuentes

Jeffrey Katzemberg, el conocido impulsor dentro del triunvirato directivo de la productora Dream Works del cine de animación y, en consecuencia, responsable último de Spirit, el corcel indomable, es un curtido profesional que procede de largos años de conductor en los viejos estudios Walt Disney. Allí aprendió desde sus auténticas raíces el juego, a veces muy complejo, de los largometrajes de animación; y este aprendizaje dio lugar en 2001 a la magnífica Shrek, que fue aclamada en el Festival de Cannes de ese año. Hace un mes, Katzemberg repitió el desafío y llevó también a Cannes a esta Spirit, en busca de otro lanzamiento por la cumbre. Pero salió esta vez malparado y su nueva osadía se terminó con una dura carga de silencios y de abucheos a la espalda.

SPIRIT, EL CORCEL INDOMABLE

Directores: Kelly Asbury y Lorna Cook. Intérpretes:Matt Damon, James Cronwell, Daniel Studi. Género: Animación-Western, EE.UU, 2002. Duración:83 minutos.

'Obra rimbombante que hay que situar en alturas imaginativas bastante pobres'

La película es de factura brillante, está perfectamente fabricada y parece encontrarse muy al día en el uso de combinaciones de dibujos clásicos y de novedosos efectos digitales, pero como concepción, como idea y como relato, Spirit es una película irremediablemente hueca, enferma de retóricas visuales y de sosas grandilocuencias. Los vuelos retorcidos del cine de animación suelen funcionar sólo cuando proceden de la factoría Disney, quizá porque allí guardan algún secreto de fábrica que los demás desconocen.

Pero fuera de la legendaria casa pionera, estas retóricas visuales suelen derrumbarse como castillos de naipes, y éste es el caso de Spirit, el corcel indomable, que es una obra hueca y rimbombante, que hay que situar en alturas imaginativas bastante pobres y peor que sabidas, archisabidas. Porque, en definitiva, para ponerse al día en este territorio del cine, Spirit necesitaría algo de lo que carece por completo, que es la ironía transgresora que derrochaba Shrek y la arrolladora gracia de que hace gala La edad de hielo. Estas dos películas siguen siendo, por ahora -junto con algunas maravillas de la pequeña factoría Pixar, como los dos largometrajes de Toy story, Bichos y Monsters SA-, las puntas de lanza de los gozosos juegos de la animación contemporánea.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de julio de 2002