Egipto, Jordania y Arabia Saudí se sumaron ayer a la iniciativa con la que Washington pretende reformar la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y resolver la crisis en Oriente Próximo. Los ministros de Exteriores de los tres países árabes se entrevistaron con el presidente George W. Bush y con su secretario de estado, Colin Powell, para contrastar opiniones sobre el futuro de la ANP y de su líder, Yasir Arafat. Los representantes árabes, según aseguraba The Washington Post, propusieron un plan propio de reformas que contaría con un apoyo tácito de los palestinos.
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El plan, acordado el pasado viernes en El Cairo, pide primero la retirada de los territorios reocupados por Israel y aconseja mantener el Gobierno de Arafat hasta las elecciones de enero. Según The Washington Post, prevé también un Parlamento electo, un nuevo Gobierno palestino, una Constitución y un reconocimiento como Estado en enero. Aunque el plan no lo menciona explícitamente, fuentes citadas por el periódico estadounidense señala que un primer ministro llevaría el peso del Gobierno, mientras que Arafat mantendría su cargo de presidente de la Autoridad Palestina, esencialmente honorífico.
El plan árabe ofrece sobre todo la cooperación de Egipto y Jordania para crear una policía palestina que satisfaga las exigencias de seguridad israelíes y estadounidenses. El jefe de la diplomacia egipcia, Ahmed Maher, confirmó ayer que su país estaba dispuesto a ocuparse del entrenamiento de las fuerzas palestinas.
Estas propuestas, dijo Bush, se enmarcan en un plan de seguridad elaborado por el director de la CIA, George Tenet, que detalla cómo las fuerzas palestinas deberán retomar el control de sus territorios cuando Israel se retire de las siete principales ciudades de Cisjordania que ahora ocupa. El plan ya habría obtenido el visto bueno de la Casa Blanca. Tenet debería viajar a la zona en las próximas semanas para exponer sus ideas a las dos partes.
Desde que el presidente Bush propusiera, el pasado 24 de junio, reformar drásticamente la Autoridad Palestina y prescindir de Arafat, la diplomacia estadounidense ha estado trabajando discretamente para vender el plan a sus aliados árabes y europeos. En este contexto se enmarcan las reuniones de ayer y el breve encuentro el pasado martes en Nueva York del llamado cuarteto, un formato diplomático que incluye a EE UU, Rusia, la Unión Europea y la ONU.
Aunque las reacciones oficiales fueron comedidas, lo cierto es que los europeos, en privado, se quedaron boquiabiertos y "frustrados", comentó una fuente diplomática, ante el discurso de Bush. Ahora estiman que los recientes esfuerzos de Washington son una buena señal. Una lectura más negativa es que Powell ya no tiene tanta influencia en la Casa Blanca, y que por mucho que negocie con los aliados, el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de estado de Defensa, Donald Rumsfeld, mucho más conservadores, llevan la voz cantante.
Un primer ministro
Las diferencias siguen siendo muy profundas en cuanto al futuro del líder palestino. En los últimos días se ha concretado una idea que primero propusieron los europeos, que luego Powell consideró interesante y que el propio Arafat estaría dispuesto a intentar: convertirlo en un presidente simbólico y dejar los asuntos corrientes en manos de un primer ministro. El compromiso podría satisfacer a todas las partes.
Al no poder negociar directamente con Arafat, Powell nombró ayer dos interlocutores palestinos con los que su Gobierno estaba dispuesto a negociar: el ministro de Economía de la ANP, Salam Fayad y el responsable de interior, Abdel Razak al Yehiyeh. Sin explicar las razones de su elección, el secretario de estado se limitó a comentar que son "individuos que trabajan por el cambio y actuán con autoridad".
Otro de los grandes puntos de discrepancia entre los aliados es la primacía que EE UU otorga a los temas de seguridad. Árabes y europeos estiman que si bien la seguridad es una condición indispensable, no puede ser la única y piden que al mismo tiempo se consideren las necesidades políticas y humanitarias de la población palestina, la luz al final del túnel.
El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, volvió a repetirlas en una reunión sobre Oriente Próximo que se celebró el miércoles en Copenhague. "La clave para solucionar los problemas y reanudar las conversaciones de paz consiste en simultáneamente reducir la violencia y establecer un horizonte político y definido para resolver las cuestiones sobre el estatus permanente", dijo Annan.
De momento, la cooperación se ha materializado en la creación de un grupo de trabajo especial que asesorará al Gobierno palestino en el plan de reformar de sus instituciones, sociedad y economía. Compuesto por los representantes del cuarteto además de Japón, Noruega, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el grupo ya se reunió en julio y debería volver a reunirse en agosto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de julio de 2002