Parece que el presidente del Gobierno pretende que la buena gestión de la Comunidad pase al Ayuntamiento. Hay que preguntarse si el modelo es la imprevisión de la que está dando muestras la Consejería de Educación para asegurar las plazas escolares de nuestros hijos. Vivimos en el barrio de Delicias, que desde hace cinco años está cambiando su perfil industrial por viviendas, hasta 12.000 (unos 34.000 nuevos habitantes). Pues al maravilloso gestor no se le ha ocurrido hacer una planificación de servicios en los 12 terrenos que existen para equipamientos: ni casas de niños, ni escuelas infantiles, ni colegios, ni instituto, ni centro cultural, ni biblioteca, ni casa de la juventud... ni siquiera una cabina de teléfono.
Pero es que la respuesta a los cerca de cien niños de tres años que se han quedado sin plaza se queda en la promesa de una nueva sede para el colegio Tirso de Molina que le permitiría pasar de dos aulas por curso a cuatro, y que está prevista (se conoce que con carácter de urgencia) para el curso 2004-2005. Medida que, basta con pasear un rato y ver la cantidad de carritos de bebé que circulan, no sólo es tardía, sino totalmente insuficiente.
Algo similar sucede en Chamberí y en bastantes zonas del norte de la región (Boadilla, Alpedrete...): la natalidad está repuntando, se están creando nuevos barrios y nuevos pueblos, y el Gobierno no se entera. Puede ser que sí se entere, pero que la macroinversión del metrosur les haya dejado sin presupuesto y a nosotros sin servicios. Y menos mal que además de buen gestor era amante de la educación y de la cultura.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de julio de 2002