Los sábados, Visto y no visto y La batidora ponen a disposición del espectador jugosas latas de pasado ricas en disparates. Visto y no visto se constituye en zapping de cadena (Tele 5), recuperando imágenes que nos permiten disfrutar de lo que nos perdimos o saborearlo de nuevo. La batidora, en cambio, no tiene remilgos endogámicos y, pese a emitirse en Antena 3, incluye gazapos y aberraciones de la competencia.
Descontrol de calidad
Lo bueno de mezclar las cosas es que en estos zappings te das cuenta de la diferencia de calidad entre unas y otras. No es lo mismo el tío que va a El diario de Patricia a lucir piercings que Pablo Carbonell persiguiendo en Caiga quien caiga al yernísimo Agag y regalándole unos jalapeños para poner picante a su vida. Otro jalapeño: Popstars. Tras exprimir el dolor de las eliminadas, ahora le sacan jugo a la mala conducta de Olga, a la que riñen en público e inducen a pedir perdón en un ejercicio de humillación autocrítica vagamente maoísta.
Formación profesional
Los lunes, forenses. Se estrenó CSI, que resultó ser una grata sorpresa. Si Lou Grant transformó a un grupo de periodistas en buena ficción, La ley de L. A. a una manada de leguleyos chiflados en adicción semanal y la tripulación del hospital de Urgencias en un grupo con el que, pese a la hora intempestiva a la que nos citaba, nos encantaba reunirnos, CSI convierte a un equipo de científicos forenses especializados en investigación de delitos en los pilares de una serie de esas que, pese a haber visto mil veces, engancha por la minuciosidad de sus guiones y el buen trabajo de los actores. Algunos pasaron por el cine. El protagonista, por ejemplo, lo fue también de aquella olvidada Vivir y morir en L. A., insultada por la crítica y, por tanto, recomendable. Entonces era policía, bebía mucho y estaba en Los Ángeles. Ahora está en Las Vegas y busca respuestas en los cadáveres con un sentido de la lógica que estimula las pocas neuronas que nos quedan a estas alturas.
Rebajas de verano
Para contrarrestar el nivel de CSI están las tardes, más hipnóticas que soporíferas. Además de esa perla titulada La baby sister, en la que los actores hablan muy deprisa y sin que se les entienda (y que es como Ana y los 7 pero con menos niños y sin silicona), está Sabor a verano. Se trata de un magacín de tarde presentado por Antonio Hidalgo y Yolanda Alzola, un claro ejemplo de falta de química entre presentadores que por separado funcionarían, pero que juntos se contrarrestan. Destaca la colaboración de Jimmy Giménez-Arnau, que suelta unas barbaridades que ayudan a despertarte de la siesta. Cuando le preguntaron cómo le gustaban las mujeres, dijo 'con carne, un poco viciosas y sin espiritualidad'. Por una extraña asociación de ideas, su intervención me recordó la frase de un anuncio de Óscar Mayer: 'Nunca subestimes el poder de una salchicha'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de julio de 2002