Somos tres madres, de tantas que pierden un hijo para siempre porque Dios o el destino así lo quiere. Le vamos a contar que nuestros hijos eran hijos buenos, maravillosos, sin vicios de ninguna clase, hijos sanos, fuertes, una con 19 años, otro con 20, solteros, y otro con 30 años, casado y dejando esposa y tres hijos pequeños, de ocho, dos años y nueve meses. Nosotras no comprendemos qué ha pasado, cómo tres jóvenes pueden irse tan rápido en 50 días. ¿Qué hay en Algodonales que no investigan lo que pasa?, ¿cómo podemos nosotras estarnos quietas sin averiguarlo? Éste es un pueblo pequeño, con casi 6.000 habitantes. ¿Cómo es posible que mueran en tres meses tres personas jóvenes de cáncer? Necesitamos saber a que es debido esto, no sólo por nuestros hijos, sino también por los hijos de todos. ¿Qué hay en el ambiente?, ¿qué fábrica de orujo nos han puesto a un kilómetro de Algodonales?, ¿qué central eléctrica a 60 o 70 metros?, ¿qué antenas parabólicas o de teléfonos tan cerca?, ¿quién nos puede explicar esto?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de julio de 2002