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COLUMNA

Al crepúsculo

El comunicado conjunto firmado anteayer en Rabat por los ministros de Asuntos Exteriores de España y Marruecos anunció el restablecimiento del statu quo sobre Perejil, alterado el pasado 11 de julio por la llegada al deshabitado islote de una docena de gendarmes que plantaron sobre las rocas la bandera del reino alauí; la situación de hecho neutral ahora recuperada -fruto de los inciertos títulos de soberanía exhibidos por ambos países- fue acordada al concluir el Protectorado de España sobre la zona norte de Marruecos. El Gobierno de Madrid respondió al inamistoso gesto marroquí seis días después -al alba- con una operación aeronaval lanzada sobre Perejil para desalojar a sus ocupantes (seis infantes de marina) e izar la bandera española. A instancias del Departamento de Estado norteamericano, el presidente Aznar adoptó el pasado sábado la razonable y elogiable decisión de evacuar -a la hora del crepúsculo- el islote de la discordia, arriar la bandera española y pactar con Marruecos la vuelta al statu quo.

Atrás quedan los irresponsables gestos de fuerza marroquíes y españoles que hubiesen podido provocar un conflicto armado en la zona del Estrecho de incalculables consecuencias. La sobreactuada retórica del ministro de Defensa para reclamar su protagonismo en la acción militar del islote arrastró hacia terrenos cercanos a la vergüenza ajena al propio Aznar; según Federico Trillo, el presidente del Gobierno envió en la madrugada del pasado día 17 un mensaje kennedyano a los boinas verdes en ruta hacia Perejil: "Que tengan mucha suerte, que Dios nos ayude y que vuelvan con el triunfo". Los publicistas al servicio del Gobierno no sólo hicieron el ridículo al celebrar con ardor guerrero la ocupación de un islote defendido por seis hombres: además de acusar de enemigos interiores de la nación y agentes solapados de la Anti-España a los compatriotas renuentes a marcar el paso en la épica celebración de esa nueva reconquista, sus xenófobos ataques al reino alauí y sus amenazas encubiertas a los marroquíes residentes en España han enturbiado las relaciones siempre difíciles entre ambos países. La defensa solidaria de las libertades y de los derechos de los españoles -cualquiera que sea su religión- avecindados en Ceuta y Melilla no queda fortalecida sino debilitada por la inflamada prosa de esos inquisidores de guardarropía disfrazados de cristianos viejos.

El decisivo papel desempeñado en el abortamiento de la crisis del Estrecho por el Departamento de Estado -como autoritario maestro de escuela resuelto a poner fin a una pelea entre dos díscolos colegiales- ha sido descrito por el Gobierno con un piadoso eufemismo: a nadie engaña, sin embargo, que el término facilitación usurpe el lugar de la palabra mediación. Para utilizar las imágenes futbolísticas preferidas por Aznar, el autodesignado árbitro estadounidense no ha concedido la victoria a ninguno de los dos equipos sino que les ha condenado al empate firmado anteayer en Rabat por los titulares de Asuntos Exteriores de Marruecos y España. La irritación causada por la equidistancia del Departamento de Estado en el conflicto ha desviado las patrioteras iras carpetovetónicas de los medios oficiales hacia la Unión Europea y Francia.

La microcrisis de Perejil deja buen número de interrogantes pendientes. ¿Qué autoridad marroquí fue responsable del envío de la Gendarmería Real a Perejil? ¿Con qué objetivo? ¿Fue una imprudente actuación policial ordenada sin prever sus consecuencias o se trató de una maniobra provocadora dirigida a presionar al Gobierno español en vísperas de la votación de Naciones Unidas sobre el Sáhara y a preparar el terreno de las reivindicaciones irredentistas sobre Ceuta y Melilla? Si la opacidad de la toma de decisiones dentro de un régimen cerrado de poder como es el reino alauí dificulta la respuesta a esas preguntas, un sistema democrático como es la monarquía parlamentaria española debería facilitar el esclarecimiento de algunas polémicas decisiones adoptadas por el Gobierno de Aznar durante la crisis. Por ejemplo, ¿el anuncio de la visita guiada a Perejil de un grupo de periodistas organizada por Rabat fue el factor desencadenante de la réplica armada del 17 de julio que cortó por breve tiempo las negociaciones con Marruecos, emprendidas bajo el patrocinio del Departamento de Estado y felizmente concluidas el día 20?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de julio de 2002