Perder 8.000 euros en tan sólo cuatro días puede antojarse un derroche indecente. Eso pensó una alumna palestina de la Universidad de Verano de Guardamar cuando al concluir sus clases de especulación en Bolsa se desayunó con la espantosa noticia de que había perdido los fondos asignados para iniciarse en el mundo de las finanzas. Pero no fue la única. La mayoría de estudiantes del curso Conoce la Bolsa de esta universidad de verano acabó sumido en esa ruina de nulas consecuencias crematísticas.
El curso refleja fielmente la filosofía de la universidad de verano que se organiza cada año en Guardamar del Segura, donde se huye de las exposiciones teóricas en favor de la práctica. 'Me interesa más la experiencia profesional de los docentes que su prestigio. No queremos impartir conferencias, sino que los alumnos aprendan en la vida real', comenta el director, Eduardo Castell.
Todos los seminarios, talleres y módulos formativos siguen esta premisa. Los ejercicios formativos se complementan con prácticas deportivas y con actividades culturales. Así, en una semana de duración los alumnos viven un proceso intensivo donde las relaciones personales adquieren un protagonismo especial. 'Al distribuir los horarios de las clases y el calendario de actos buscamos que se produzca la máxima interrelación posible entre los alumnos de los distintos talleres', prosigue Castell.
La fusión de culturas es por tanto un aspecto esencial de estos cursos estivales a los que asisten unos 2.000 universitarios de muy diversas nacionalidades, de entre 18 y 25 años y con un gran nivel educativo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de julio de 2002