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El Papa urge a los jóvenes a descubrir el perdón en un mundo "víctima de la violencia y el terror"

Primer baño de masas de Juan Pablo II desde el comienzo de su viaje a Canadá

Juan Pablo II vivió ayer su primer baño de masas en Toronto, donde fue acogido con delirio por más de 200.000 jóvenes participantes en la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en Canadá. Recuperado tras más de 40 horas de reposo en una residencia religiosa del Lago Simcoe, a 95 kilómetros de la ciudad, el Pontífice recordó ante la entusiasta audiencia, aunque sin mencionarlos, los atentados del 11 de septiembre. "Hemos visto el año pasado el trágico rostro de la maldad humana", dijo, "hemos visto lo que sucede cuando el odio, el pecado y la muerte mandan".

El Papa instó a los jóvenes a descubrir la vía del "perdón y la reconciliación" en un mundo dominado "por la violencia y el terror". Juan Pablo II apareció en buena forma, en la explanada del Exhibition Place, a orillas del lago Ontario, y fue capaz de leer por párrafos -intercalados con actuaciones musicales y rezos- todo su discurso, lo que vendría a confirmar el éxito del tratamiento adoptado por el equipo médico que le ha atendido durante las últimas semanas, en su residencia de Castel Gandolfo, a las afueras de Roma.

La fiesta de acogida de los jóvenes comenzó a las cuatro y media de la tarde (las 22.30 hora peninsular española) con un desfile de participantes, cada uno con la enseña del propio país, que recordó vagamente a los Juegos Olímpicos. En total se contaron 172 banderas nacionales, toda una exhibición de poderío católico internacional. Entre cantos, procesiones y rezos, la fiesta duró dos horas largas.

Ante los jóvenes del mundo, el Papa volvió a insistir en el mensaje de Cristo, que da una respuesta a las ansias de felicidad humanas, aunque no en el sentido de satisfacer los instintos y deseos, sino como resultado de una "conquista" que sólo se obtiene a través de "una lucha larga y difícil". Ayer se refirió en varias ocasiones al Sermón de la Montaña, en el que Jesucristo traza el camino hacia la "verdadera felicidad" que proclama el Cristianismo. Un "camino cuesta arriba", recordó el Pontífice, que significa, entre otras cosas, "atender a lo que dice Jesús aunque vaya en contra de las tendencias" de moda, y rechazar "las tentaciones del pecado, por atrayentes que sean". Detrás de estas palabras se encierra el mensaje de una Iglesia cada vez más intransigente con las relaciones sexuales prematrimoniales, que condena el aborto en términos durísimos y considera la eutanasia inaceptable.

El Papa no se refirió ayer al "pecado" del consumismo en un mundo repleto de tentaciones, del que Toronto es un espléndido escaparate. En vísperas de su encuentro con el Pontífice, miles de jóvenes tomaron el centro de la ciudad, llenando centros comerciales y lugares turísticos. La mayoría no eran adolescentes, sino chicos y chicas en la veintena y hasta en la treintena que han pagado sumas respetables (1.000 euros para llegar desde España, más de 1.500 desde Chile) para poder aplaudir de nuevo a su héroe particular. Chicos como Matías Pulido, de 25 años, Carlos Barceló, de 24 y Felipe Wielandt, de 29, parte de un contingente de 200 chilenos seguidores del movimiento internacional de Schoenstatt, similar en muchos aspectos al Opus Dei, que potencia sobre todo el papel de la Virgen. "La mujer es mucho más sensible que el hombre", dice Barceló, un chileno con pinta de sueco, "por eso es tan importante la tarea de las monjas, porque son más capaces de comprender a los que sufren".

Tobias Raschke, de 23 años, portavoz de la sección juvenil del movimiento católico internacional Somos Iglesia, que mantiene en Toronto una protesta silenciosa contra la visita del Papa, representa a otro sector diametralmente opuesto del catolicismo, partidario de adaptarlo a los retos del mundo moderno en materia de contraceptivos, de igualdad de la mujer en el seno de la Iglesia y, sobre todo, de democratización interna. Para nosotros, dice, "el Vaticano, con el Papa a la cabeza, representan la última dictadura de Europa".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de julio de 2002