Con tanto Perejil hemos dejado de lado otros temas, y cómo no, un tema que siempre se silencia: la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa. Yo no podré asistir en esta ocasión, pero quisiera resaltar que en un mundo de tanto odio, guerras y falta de cordura, este santo en vida es el único que se atreve a decir las cosas como son sin importarle nada; fue a un país del que no sabemos nada para ver a cuatro católicos, ¿habría hecho lo mismo el presidente de la empresa de turno para ir a visitar a uno de sus empleados en aquel tercermundista país? No. Pues aquí está de nuevo J. Pablo II, trayendo un mensaje de esperanza a la juventud, de alegría... No sé si serán otros 2.500.000 jóvenes como fuimos en Roma, pero sin duda son los suficientes como para hacerse un buen hueco en los censuradores medios de comunicación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de julio de 2002