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Tres soldados matan a sus esposas al volver de Afganistán

Una oleada de asesinatos de esposas de miembros de las Fuerzas Armadas estadounidenses que han vuelto de Afganistán tiene alarmado al Pentágono. En el último mes y medio se han producido cuatro asesinatos en el cuartel general de las fuerzas especiales del Ejército en Fort Bragg, Carolina del Norte. Tres los han cometido sargentos recién llegados del frente, dos de los cuales se han suicidado después, y un cuarto estaba destinado en el Comando Central de Fort Bragg.

Dos días después de regresar de Afganistán, el 11 de junio, el sargento de primera Rigoberto Nieves cosió a tiros a su esposa en el dormitorio y a continuación se disparó él. Nieves llevaba semanas pidiendo a sus superiores una licencia para descansar y resolver sus problemas matrimoniales. Apenas se habían repuesto del shock los cientos de familias castrenses de Fort Bragg, cuando a las dos semanas apareció estrangulada la esposa de otro suboficial. El sargento William Wright había dado parte de su desaparición dos días antes, pero acabó confesando que la había matado él. Y el 19 de julio, el sargento Brandon Floyd asesinó a su esposa y luego se suicidó.

Las llamadas de esposas angustiadas al centro de terapia familiar castrense se han disparado. El Pentágono no ha querido vincular los asesinatos al estrés de la guerra. A través del coronel al mando de Fort Bragg han declarado que están poniendo "todos los medios para evitar que se repitan".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de julio de 2002