Hay un lugar en Madrid, la cabaña de la Asociación Amigos del Retiro, a poniente del Palacio de Cristal, donde si deseas jugar al ajedrez sólo necesitas un contrincante. Puedes tomar tablero y piezas y ponerte al asunto. A un norteamericano le explicaba esta gratuidad y no terminaba de entenderlo: que no se cobrara nada. Creo que esto es hospitalidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de julio de 2002